4.Cómo no pudiste reconocerme

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Ella

7 meses después...

Odio mi nombre.

Es largo, no apropiado para mis diecinueve años de edad, y en algunos países ni siquiera sabrían cómo pronunciarlo correctamente.

Pero la razón principal de odiarlo es porque mi madre tiene exactamente el mismo y no es que la odie a muerte, pero cuando tienes una madre que ha estado ausente desde que tienes memoria,definitivamente llega a cansarte.

Pienso sobre esto mientras me encuentro llenando la solicitud en línea de una página web en donde tienes citas relámpago con más de diez chicos durante veinte minutos. No sé muy bien cómo puede llegar a funcionar eso pero hoy he decidido darle una oportunidad.

Me siento como una perdedora justo ahora. Pero de igual forma sigo rellenando los datos que me piden: edad, estado civil, color real de ojos y cabello.

Dejo para el final mi nombre, y en donde antes decía:Valentina Zenere corrijo y pienso en algo más interesante. Hoy no quiero ser Valentina, esta noche seré otra persona. Alguien con una vida colorida que no tenga que trabajar en un restaurante mediocre para poder pagar sus estudios y las facturas de un hogar desintegrado que incluyen a dos menores de edad, un padre alcohólico y un abuelo coqueto al que le gusta pedir esposas libanesas por internet como si fueran artículos de cocina que fácilmente se compran con tarjetas de crédito.

Hoy seré Andrea. Una muy bonita asistente en una empresa ejecutiva, con un sueldo que va directo a mis gustos caros y mi exótico pasatiempo de coleccionar joyería con forma de animales (aunque las únicas joyas que poseo son de esas baratijas que venden a orillas de la calle).

Sí, hoy seré Andrea, aunque me cuesta encontrar un buen apellido que dé con el nombre, y definitivamente no estoy usando el mío.

Me paso la siguiente media hora investigando apellidos interesantes en internet, alguien que sea fácil de recordar y difícil de olvidar. Después de unos quince minutos más, doy con el correcto.

Haré de ésta una noche especial.

****

—Andrea Cipriano —llama la asistente con el corte de cabello igual al mío.

Me muevo en mis tacones de diez centímetros y me paro frente a ella para que me ubique en una de las mesas en la que empezarán a desfilar una ronda de chicos con los que voy a hablar durante dos minutos, o al menos hasta que suene una campanita indicándome que el tiempo se acabó.

—¿Tu apellido es italiano? —me pregunta la chica mientras me conduce hacia una mesa en el fondo.

Yo me ruborizo y por un momento creo que me va a atrapar en mi mentira. Elegí ese apellido gracias a un libro que mi mejor amiga me regaló por mi cumpleaños y del cual yo me enamoré; el sexi protagonista se llama Patch Cipriano, y ya que soy miembro honorario del foro en línea "Violemos a Patch", decidí incluirlo en mis citas esta noche para que me dé buena suerte.

—Sí —le respondo a la chica que aun espera por mi respuesta—, es italiano.

—Yo soy de Italia. De Florencia. Es bueno ver más de mi gente por aquí —luego ella me dice algo en italiano que creo que es "ten una buena noche" o "por favor báñate con más jabón la próxima vez", igual le sonrío y asiento con la cabeza. Probablemente me haya dicho "hueles a excremento de pájaro" y yo simplemente lo acepté todo.

No tengo ni la menor educación en cuanto a italiano se refiere. A mi papá le pareció una buena idea nombrarme Fiorella porque significa florecilla en italiano (yo era su pequeña flor) pero eso da hincapié a que muchas personas crean que debo tener familia por esas raíces. Es como Lucy Xiang, mi vecina de dieciocho años; la gente cree que, por su apellido y sus rasgados ojos al estilo oriental, ella automáticamente sabe hablar en mandarín. Lo cierto es que ella nació en el sur de Panamá y lo más cerca que ha estado de ser asiática es cuando miramos juntas los doramas coreanos en mi computadora y gritamos al unísono: ¡Aja, aja, figthing!

Prometo Fingir Que me Gustas (VOL I)-Michaentina [Adaptada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora