Parte 1: ¿Sabéis?

16 1 0
                                    

¿Sabéis? No suelo encajar con lo convencional, la tradición si preferís. La sociedad nunca me ha llegado a tachar de alguien normal, y por eso siempre he estado un poco apartado, cerca de ellos, pero sabiendo que no estaba a su nivel. Para todo el mundo yo era alguien irrelevante, con el que no merecía mucho la pena interactuar. Si clasificaramos a las personas en cajas, yo sería de los que se quedarían al final de esta. Tanto familia como amigos tenían un trato distante conmigo. Era querido, pero lo justo, al fin y al cabo, era el 2o hijo de 4, y mis amigos solían salir en grupos grandes, por lo que yo simplemente me juntaba a estos y no decía mucho, si no que más bien escuchaba. Se me da bien escuchar. Aun así, no pasaba nada, porque yo era un chico autocomplaciente.

Me dejaba llevar por mi mente, mis pensamientos, mis pequeños juegos, ocupando mi cabeza de diferentes ideas, y evitando así estar solo. De vez en cuando, echaba en falta el contacto humano, socializar y esas cosas. Con el tiempo, fui entendiendo que la amistad sólo genera un esfuerzo que debe ser mutuo para poder así mantener la relación, porque si no esa conexión se iré pudriendo hasta resquebrajarse del todo. Y, ¿sabéis que más? La mayoría de las veces la cuerda se corta de manera silenciosa, siendo nosotros el propio verdugo. Somos tanto responsables de la creación como de su destrucción, pero una vez rota, esa puerta se quedará cerrada. Pueden existir tímidos intentos por alguna de las partes, buscando recuperar ese pasado glorificado en un presente que sigue alterando hasta la más simple de las cosas.

Lo más probable es que esa relación nunca se recupere. Nuevas caras reemplazarán a las perdidas, nuevas amistades florecerán, pero siempre nos preguntaremos qué habría pasado. Siempre nos carcomerá la duda de qué habría sido.

Yo también pienso en eso a veces. Pienso en qué habría pasado si hubiera nacido en otra familia, qué habría pasado si mis padres me hubieran llevado a otro colegio de pequeño, si nos hubieramos mudado durante mis días de instituto, o si la chica que maté hace 10 minutos hubiera escogido una calle diferente a la que siempre cogía para volver a casa. Esa última la puedo responder.

Si por desgracia esa chica hubiera cambiado su rumbo, yo no habría tenido más remedio que hacer la maleta y a casita, pero, por suerte para mí, le gustaba la monotonía. Su cerebro estaría pensando qué hacer esta tarde mientras sus pies guiaban al resto del cuerpo por la ruta conocida, establecida con el paso del tiempo, al igual que el mío piensa todo esto a la par que yo disloco, corto y troceo las diferentes partes de su cuerpo. A estas alturas es algo robótico y meticuloso, que algunos llamarían casi impecable. Mis brazos trabajan con soltura, como si esta fuera una sinfonía practicada durante años, aunque la verdad es que sólo llevo "trabajando" unos cuantos meses. Aún me queda mucho por aprender, y demasiadas cosas por mejorar, pero desde luego, el desmembramiento no es una de ellas.

Memorias de un asesino (Sujeto a cambios)Where stories live. Discover now