Agua y fuego

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¡Buenas a todxs! Traigo un regalito de reyes...

Este OS está ambientado en una escuela de magia, por lo que ésta tiene un considerable peso en la historia en sí.

Contiene escenas de sexo explícitas, si no crees que estés preparado para ellas o no te gustan, no te aconsejo que lo leas.

Todo es ficción y, obviamente, va con todo mi cariño a los personajes. 

¡Espero que os guste!


***


Pudo escuchar el grito del rubio desde el otro lado de la puerta, y la carcajada que se formó en sus cuerdas vocales fue totalmente inevitable.

-AGONEY. AGONEY TE VOY A ....

La frase no pudo ser terminada, pues los brazos del menor se alzaban a la altura de su cabeza hasta quedar su varita a escasos centímetros de su cara, conteniéndose para no cometer una falta grave que le conllevaría una indeseada expulsión, debido a la acumulación de faltas de conducta.

-¿Me vas a qué, chiquitín?- la voz susurrada del moreno hizo que la vena roja que cruzaba el cuello del menor se hinchara aún más.

Agoney sabía perfectamente que Raoul no se arriesgaría a tocarle un solo pelo de su cuerpo, pues corría el riesgo de que lo expulsaran de la escuela durante una semana y el menor jamás permitiría tal deshonra. Cada dos por tres recibía amonestaciones por parte de los profesores, avisándole de que su conducta ese curso no estaba siendo la correcta y que no entendían a que se debía su cambio, de ser un alumno más o menos estable y caracterizado por su indiscutible tranquilidad, a ser ahora un chico que se pasaba el día en enfermería, curándose las heridas que él mismo se producía al usar tanta magia contra otro compañero. Compañero al cual todos adoraban, y que por mucho que empezara siempre sus peleas nunca recibía ninguna represalia. Se odiaban. Solo llevaban tres meses compartiendo habitación y ya creían que era el fin del mundo (aunque, pensándolo fríamente, quizás lo fuera un poco).

-Eres imbécil.- y estás buenísimo. Calla Raoul joder no es el momento. Y encima se muerde el labio... Joder Agoney.

-Raoul, cariño... Relájate que te van a salir úlceras en las manos...- la sonrisa provocativa del chico, ya vestido con su uniforme gris y con sus diente blancos asomando por su boca, le provocó otro escalofrío.

Se quedaron mirándose, uno en tono de burla y otro con un instinto asesino reflejado en sus orbes miel, que seguía sin bajar la varita que apuntaba a su garganta. El menor sabía que el castaño tenía razón, que si no se relajaba la magia que tenía acumulada en vena acabaría por salir: bien por medio de un hechizo descontrolado, o bien en heridas en sus manos por no haber canalizado el poder a través de su varita. Pero había un pequeño problema.

-No puedo relajarme si me miras así.- fue una frase ronca, sin susurros ni mierdas cursis, y Raoul se arrepintió nada más haberla pronunciado.

Los ojos del mayor brillaron entre divertidos y sorprendidos, pues no se esperaba que el otro chico fuera a reconocer algo que ya sabía: le ponía a 100. De hecho, ponía a 100 a casi todo el mundo. Pero la única persona con la que Agoney disfrutaba haciendo sufrir, viendo como sus mejillas se coloreaban y salía corriendo hacia el baño tras un simple guiño, o como se tapaba con las mantas de la cama incluso en las noches calurosas solo para ocultar lo que el moreno provocaba en su cuerpo, era Raoul.

Agoney no había estado con nadie nunca (que se supiera), desde que había iniciado sus estudios a en la escuela hacía un par de años. Raoul, por el contrario, se había liado con varias personas durante las fiestas, aunque nadie sabía a ciencia cierta qué era lo que le gustaba al rubio. Hasta donde el castaño sabía, él sí le calentaba.

Mi Magia  // OS-RagoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora