Capítulo II

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                          UN GRAN EQUIPO



Con el pasar de los días, nuestro nuevo capataz, se fue ganando el cariño y respeto, de cada uno de los viejos. No hasi la jefatura, el jefe de mina, un hombre alto, prepotente, levantado de raja (agrandado), cada día, o cada oportunidad que tenía, lo humillaba, lo trataba mal, cada error que cometía, le era sacado en cara.

   Nosotros, mucho no podíamos hacer. Por las tardes cuando terminaba la jornada de trabajo, todos hibamos a disfrutar de una rica cerveza, bien helada, incluido nuestro nuevo capataz. Esas salidas llegaron a oído del jefe de mina, el cual inmediatamente, le prohibió volver a juntarse con nosotros y cualquier otro viejo.
A pesar de cualquier cosa, las pegas salían igual, no defrauda amos. Era tanto el odio del jefe mina, que siempre encontraba un error en el. Nosotros como siempre, solo observamos, como si fuera poco, al tiempo descubrimos que el jefe mina, tenía miedo, porque el muchacho, tenía más educación que el, y eso tal vez le costaría la pega.

Así pasaron los día, los meses, cada día el se la jugó por su grupo de trabajo, luchaba hasta por lo más mínimo.

ADIÓS A MI AMIGO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora