Prólogo

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Disclaimer: InuYasha no me pertenece ni ninguno de sus personajes.

La oscuridad me rodeaba, lucharé por no dejarme llevar, mi batalla no tiene final... luz y oscuridad, bien y mal. Un sendero oscuro se haya ante mí, cerrado para cualquiera; el caminarlo es arriesgado hasta para mí, es largo... el corazón de una Miko es misterioso y cambiante, para poder caminar el sendero, el alma del elegido debe ser puro y sencillo, pero no lo hará sólo tendrá un acompañante como el agua, cambiante para bien o mal. El pasado se unirá al futuro, la luna se inclinará ante el sol... en ese momento la luz me envolverá... y el camino se abrirá ante el viajero del tiempo...

Dejó el pincel a un lado del pergamino, miró lo que había escrito con mucha atención antes de acariciar el borde del pliegue, esas palabras marcarían una era, esperó a que la tinta se secará para enrollar y sellarlo. Su final se aproximaba, lo presentía por cada respiración que el mundo daba y aún con ese destino aguardándole se levantó mientras tomaba su espada, sonrió al sentir como su compañera ronroneaba junto a su tobillo, cuando se iba arrodillar para acariciarla, su corazón se estremeció de golpe, los sentía, miles de demonios se acercaban.

Inhaló profundamente, el miedo nunca había dominado sus acciones y esta vez no sería la excepción, ella sabía en que acabaría todo si salía, su historia, su vida terminaría y detrás dejaría una parte de sí que traería el caos y la destrucción, pero no podría hacer nada, todo ya estaba escrito y fijado.

El destino era inevitable e ineludible.

-Kirara, vamos.

El nekomata se transformó dejando su pequeña y linda forma de gato, a la imponente compañera de batalla, quien siempre estaba a su lado, pasó su mano en el suave pelaje antes de sujetarse y subir en el lomo, dio una última mirada al pergamino que dejaba como legado, pues es lo único que podía otorgar al futuro.

Esperanza.

-Midoriko-sama -desvió la mirada hacia dónde provenía la voz-, ¿regresará?

Ella sonrió para alentarla, podía sentir el miedo que emanaba.

-Regresaré cuando sea el momento -respondió a la muy confundida pequeña.

Kirara avanza una vez todo fue dicho, dejando atrás el templo que la vio crecer, respiró profundamente, extrañaría la sensación de la brisa en su rostro y la libertad que sentía al estar lejos del suelo, su rostro cambió al ver el cielo oscurecerse, tocó su pecho, en donde se encontraba el corazón.

-Es la hora -susurró, aferrándose a su espada fuertemente-. Todo dependerá de ella... mi yo.

La elegida [SessKag]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora