Capítulo 3

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—¡¿Qué y para qué quiere hablar conmigo?! —Mis emociones comienzan a revelarse.

¿Gabe quiere hablar conmigo? No puedo creerlo.

—Solo llega rápido —grita y luego cuelga la llamada.

Debo de llegar lo antes posible.

Seguro quiere acostarse contigo Dice mi subconsciente y no le presto atención.

Doy una última mirada al espejo y ¡Vaya parezco una bruja! Acomodo los mechones que están afuera de su lugar con mis dedos. Sí, estás hermosa. Salgo de la casa con largos pasos, me dirijo al auto y me subo a el. Comienzo a manejar a la casa de Garret, me dijo que era mejor en su casa porque tenía un problema con algo que ya olvidé. Acelero la velocidad cuando me doy cuenta que falta poco para las doce.

¿Se imaginan sí llegara a acostarme con Gabe? ¿Y si solo quiere aprovecharse de mi? ¿Qué pensará cuando se entere de que aún soy virgen?

No sé cómo reaccionaría y el solo pensarlo me pone nerviosa, ¿qué tal si es uno de esos que se burlan porque una chica no tenga experiencia en sexo con veinticinco años de edad?

Estoy estacionando el auto. No puedo creer que llegue en aproximadamente quince minutos lo cual me tardo llegando en unos veinticinco o treinta minutos. Bajo de éste y le pongo la alarma. Pude notar que hay algunas personas de la empresa afuera, unos conversando y otros contestando llamadas. La música se escucha muy bien. Estoy a punto de abrir la puerta cuando esta se abre de repente, doy tres pasos hacia atrás y veo que una chica está agarrando a la otra de un brazo que por cierto no se me hacen para nada conocidas, ¿Estará ebria? Dejo de verlas sin darles importancia y decido entrar, la música se hace aún más fuerte, tanto que puedo sentirla dentro de mí retumbando cada parte de mi cuerpo, las luces están apagadas y solo hay pequeños círculos de varios colores lo que hace que se vea un poco el lugar. Busco a Garret con la mirada y solo consigo ver a unos amigos de trabajo en una esquina, lo cual solo hay cuatro de ellos. Mientras me voy acercando a ellos unas cuantas personas me tropiezan sin disculparse.

Lo que hace el alcohol.

—¡Mackenzie! —me saluda Ana con un abrazo un poco fuerte, se nota que está ebria, no solo por su torpeza al abrazarme, también por su olor a licor, casi no hablo con ella aunque es buena persona y es una de las mejores en el trabajo.

Los tres voltean a verme con una sonrisa de oreja a oreja. Saludo a cada uno con un abrazo y vuelo a ponerme en mi lugar, estamos conformando un círculo; unos están bailando mientras dos sólo están parados como idiotas viendo a la gente. Yo empiezo a moverme acorde a la música que por cierto es electro.

—¿Quieres? —Lucas alza su mano con un vaso rojo lo cual contiene alcohol.

—De acuerdo —me acerca el vaso, lo agarro y empiezo a beber, hago una mueca, puesto que puedo sentir como arde en mi garganta. Puedo notar unas cuantas risas de mis compañeros de trabajo, burlándose de mi y me uno a ellos.

Veo a mi izquierda y Ana sube su vaso para empezar a beber. Todos la observamos puesto que se lo está tomando todo y le quedaba como cinco dedos de trago. Ana no es de beber mucho pero veo que se divierte haciéndolo.

Ana baja el vaso y nos mira a todos con una mueca de disgusto.

—¿Désde cuándo bebes Ana? —pregunto algo divertida.

Ana, da un paso hacia atrás, y abre los ojos ¡Está demasiado ebria!, me mira y se acerca un poco a mi.

—De cuando en vez —dice con una sonrisa, ¿qué rayos acaba de decir?. Frunce el ceño y mira a cada uno de nosotros —, ¿o es de vez en cuándo?

No digas sexoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora