SHE.

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Y ella un día dejó de pensar en sus amigos y empezó a pensar en sí misma.
Dejó de pensar en bañarse y vestirse para los demás y empezó hacerlo para sí misma.
Ya no se tomaba muchas fotos, solo lo hacía en momentos importantes y eso para ella estaba bien.
Ya se la pasaba en su casa, no lamentándose porque no la dejaban salir con sus amigos a bailar, ahora estaba más ocupaba, siendo feliz y leyendo para sí misma.
Ella perdió a sus "amigos" pero se encontró a sí misma.
Ya no contemplaba la noche desde una discoteca, ya lo hacía desde el balcón de su casa y viendo un gato que salía cada noche para escaparse de su casa en busca de libertad.
"Vaya libertad la tuya minino, ojalá fuera parecida a la mía, sería mucha más fácil tu vida" Aquél gato se le quedaba viendo cada noche, ella no hacía nada, mientras que él se la pasaba de casa en casa satisfaciendo sud notorias ganas de vivir libre.
-Su amo lo amarraba a veces- lo cuál era estúpido; pues lo soltaba en las noches. Aunque ella pensaba que podría ser la madre del chico la que lo hacía.
"Pobre gato" pensaba ella "Aunque eres muy estúpido por regresar cada mañana"..."Está bien, necesitas comer, en eso estoy de acuerdo".
"La gente no debería existir por un momento del día -o más bien de la noche-" Pensaba ella. "A eso de las 11:03 p. m. sería perfecto".

Ella no lo pensaba porque fuera egoísta, sino porque quería un momento de oscuridad en el cual ella esté tranquila, sin miedo a que alguien venga y le haga algún daño. Solo ella, su balcón y la radiante luz de la luna -Mas bien del sol- pero ella optaba por aceptar que la luz de la luna era más radiante que la del sol, aunque sabía que en realidad no era así, solo quería pensar que así era.
Desde su balcón veía un gran monumento de su ciudad al cual ninguno de su familia la había llevado. Un día se lo planteó a su padre, su respuesta fue "No tengo tiempo y estoy cansado" ella se quedó en silencio con ganas de decirle mucho. Optó por no hacerlo.
Le gustaba la luna más que el sol. Le gustaban todos los astros, pero le gustaba más la luna, ya que aquella la podía observar -Con sus propios ojos- sin temor a que iba a quemarlos ni causar graves heridas invisibles en su piel notoriamente blanca, así que, definitivamente, la luna era su favorita.
Le gustaba pintarse las uñas y después de un rato, quitarse el esmalte con sus dientes. Le gustaba ese sabor amargo-picante que tenía el esmalte recién aplicado. Colocar sus pies en el balcón abajo de la luna era su adicción, aunque compartía un pequeño asco por ésto, pensando en su fobia al polvo y mugre del suelo, era lo más cercano a su querido pequeño sueño.
"Todos los sueños son grandes" pensaba, pero a la vez se contradecía pensando en que su pequeño gran sueño era contemplar la luna en su fase completamente llena, con sus pies descalzos mientras éstos contemplaban del suave césped que tenían debajo.
Odiaba admitirlo, pero muy dentro de ella quería que algún día, algún chico -no Cualquiera- la llevara a caminar a la luz de la luna y la llevara a un hermoso parque rodeado de millones de flores de todos los colores y un hermoso césped completamente verde y con un suave rocío en él.
"Perfecto para un primer beso". De eso se trataba su pequeño gran sueño.

Las margaritas eran su hermosa debilidad.
She.
Ella.
Ella y algunos de sus pensamientos.
Algunos de muchos.
Unos oscuros, otros extrañamente claros.
Ella es como cualquier chica. Pero no es común y eso la hace diferente.
Tú puedes ser Ella. Cualquiera puede ser Ella

-Ella soy yo-

Un envoltorio de margaritas. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora