Capítulo 29 - PATROCLEA. (Parte Uno)

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La tierra siempre ha sido un lugar de dioses y hombres, seres inmortales y seres mortales, milagros y aciertos, orden y destrucción. Más de una vez escuché la frase «Jugar a ser dios», extrañamente se usa cuando un humano actúa esforzadamente para cambiar el curso de algo, ya sea una situación o la vida misma, pero ¿por qué es tan extraño que alguien busque un cambio? Para la gente está bien seguir el cauce del agua aunque tengas que caer por el precipicio y perderlo todo. La esperanza hace que las personas confíen ciegamente en el destino, y esa esperanza se las da la fe en un dios supremo. Esa es la razón por la que cuando alguien decide tomar su vida en sus manos parece estar desafiando al destino cual si fuera dios, pero en realidad solo se desafía la fe, aunque no se puede cuestionar algo en lo que no se cree.

El gran error de los humanos de la última era es creer que un dios puede interferir en el destino, cuando son hombres y dioses los que estamos atenidos a él.

Cuando yo lo descubrí ya era demasiado tarde. Quisiera haber estado preparado para lo que llegaría, porque el destino no decide sobre la vida de todos, tan solo impone unas cuantas situaciones que terminen evitando el desorden en el universo. Los dioses siempre serán dioses y los humanos siempre seremos eso, simples mortales.

Y ese es el final de esta historia. Un destino al que cada vez me acercaba con mayor velocidad.

Pero ¿Qué pasa cuando alguien como yo, un simple humano, posee el poder de un antiguo dios? Alguien mortal con la energía de un inmortal, un hombre que desafía el orden, un niño jugando a ser dios.

El final de esta historia comienza cuando los cazadores de Seattle finalmente cayeron ante los continuos ataques de los vampiros en la ciudad. A falta del control que les daba toda la tecnología de Frank Brown, los cazadores tuvieron que recurrir a pedir ayuda al consejo, pero ellos no respondieron lo que John Davis esperaba; el consejo de cazadores dio un plazo de 20 días para que se reunificaran los dos bandos de cazadores y el instituto volviera al cargo de mi padre. O al menos eso nos hicieron creer.


Lunes, 16 de Abril de 2017, 19:40 horas


El colegio NorthWest suspendió actividades durante dos semanas enteras y, aunque nadie entiende muy bien la razón, todos aprovechamos para salir de la ciudad. Nadie sabe exactamente qué fue lo que orillo al director a tomar esa decisión, algunos dicen que un alumno se suicidó en el baño del último piso, otros dicen que los profesores estuvieron implicados en un contagio masivo de infecciones de transmisión sexual. Lo que haya sido, aprovechamos muy bien la oportunidad.

Los chicos y yo fuimos a acampar al monte Rainier, el más alto del estado de Washington, aunque nosotros solo fuimos a un bosque muy cerca del condado Greenwater. Leroy aprovechó que la mayoría estaríamos libres para tomarse un descanso de la universidad. Así, Matt, Irina, Demi, Noah, Leroy, Alex y yo, nos repartimos entre el coche del rubio y la camioneta de mi madre, y pasamos la última semana perdidos en alguna parte del parque Rainier.

Al volver la cuidad estaba hecha un caos. Mi padre y el resto de los mirmidones intervinieron en un conflicto que tuvieron los cazadores con el clan entero de vampiros que ya acechaban la ciudad desde hace bastante tiempo. Duncan no perdió el tiempo e impuso guardias continuas en mi casa para que entre todos nos protegiéramos. Según nos dijeron, los vampiros asesinaron a la mayor parte de los cazadores jóvenes que quedaban y a algunos de los veteranos que salieron a ayudar. Los que quedaron fueron llevados a la base de los mirmidones donde fueron sanados por mi madre, Emma y Julia. Los demás fueron abandonados dentro del instituto, lugar del que no han salido los vampiros a causa del sol. Por ende, no hubo clases tampoco hoy.

Epílogo De Una Guerra - PatrocleaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora