Debía despejarme de la noche anterior e ir a comprar los adornos de navidad parecía una buena opción. Mi atención se desvió hacia un objeto a lo lejos, que parecía llamarme.
Embobada, comencé a acercarme, dejando el canasto con las compras a las que de cualquier forma no había prestado mucha atención y cuando finalmente logré llegar frente al objeto, apareció en mi mente.
Él, entrometiendose entre mis pensamientos, enredando mis ideas, urgando en mis memorias y volviendo para joderme la vida.
Tras el cristal, una bola de nieve con la ciudad de Nueva York se alzaba, en todo su esplendor. Me recordaba a aquel invierno en la gran ciudad, el invierno en que cumplí mi sueño de una navidad nevada.
-Ian...-
Sin darme cuenta, había abandonado la tienda y segundos mas tarde el viento helado de la ciudad golpeaba mi cara mientras corría y copos de nieve comenzaban a caer desde el cielo nublado. Tenía que encontrarlo.
Mis piernas ardían, la estación de trenes estaba a unas pocas cuadras y llegó a mi cabeza la idea de que no llegaría.
Con el corazon en la garganta, corrí y corrí mientras decenas de imágenes nuestras pasaban por mi cabeza a la misma velocidad que unos trenes con prisa.
Nuestras primeras vacaciones juntos, la primera cita, el día que alquilamos nuestro propio departamento, las horas de estudio de la universidad, nuestro picnic en el acantilado.
Los recuerdos se arremolinaban en mi pecho y ya no solo sentía el vieno en mi rostro, sino tambien las lagrimas que caían por mis mejillas rojas por el frío.
Era muy poca la distancia que me separaba de él en este momento. Llegué a la puerta de la estación y no me detuve, seguí corriendo sin importarme nada hasta que alcé la vista.
El andén donde debía estar su tren estaba vacío. Ya era tarde.
Mis piernas se rindieron ante el cansancio y flaquearon, dejandome en el suelo de rodillas. A mi respiracion entrecortada y acelerada se le agregaron los sollozos, no podía ser, lo había perdido, Ian se había ido.
Lo había arruinado todo, había dejado ir a mi chico, mi Ian.
Instintivamente llevé mi mano a mi cuello, donde se encontraba la cadena que desde hace 5 años no me quitaba. Se había convertido en mi sostén, mi refugio, mi forma de huir del dolor y ahora... simplemente ya no estaba, había desaparecido como un copo perdiéndose entre toda la nieve del suelo, imposible de encontrar otra vez.
El pecho me dolía, como si parte de mi se hubiera ido con él en ese maldito tren.
Y efectivamente él no se fue solo, se llevó mi corazón, el cual siempre le había pertenecido pero esperaba que al menos tuviera la decencia de devolver.
Ya no había un motivo, no tenía un por qué, un cómo, un para qué. Despertarme por las mañanas y no verlo ahí. Mi vida sin él no tenía un sentido... El se había hecho un lugar irremplazable en ella.
Respiré profundamente y una bocina se oyó a lo lejos por la vía. Decidí levantarme, a pesar del dolor, a pesar del temblor de mis cansadas piernas, a pesar de todo y caminé, en dirección a la vía.
El sonido de los recuerdos, su risa en ellos se vió interrumpida por los sonidos de las ruedas sobre las vías. Se acercaba.
El siempre llegaba tarde a los viajes, es la primera vez que es tan puntual.
Escuché voces a lo lejos, gritos, pero eran ajenos a mi.
Su sonrisa en mi mente fué lo último que ví antes de dar el paso final.
Pero el dolor nunca llegó, solo una súbita y fugaz calidez al rededor de mi cuerpo.
-Ian-
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El amor en todas sus expresiones
RomanceCada capítulo es una historia, un amor, personas que sentían algo, o no. Cada uno es un mundo, no todos sienten el amor de la misma forma pero este esta allí, haciendote sentir la persona más feliz del mundo o la más miserable, uniendo a las persona...