Segunda parte; Chanyeol.

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1ª persona.

Aprieto con fuerza el mando de la tele a la vez que tenso la mandíbula. En la pantalla de la televisión se puede observar como un atractivo joven sentado en un flamante coche blanco recoge a una chica occidental de cabellos dorados y ambos se van, desapareciendo en una carretera llena de curvas mientras la imagen se va alejando, dejando ver como un gigantesco Sol bañando todo con el color anaranjado del amanecer emerge entre la línea del horizonte del mar.

De pronto oigo pasos por lo que con rapidez cambio de canal.

-¿Desde cuándo te gustan ese tipo de documentales?

Es Jongin. Observo como se sienta en uno de los sillones del salón, cogiendo una revista para ojearla sin mucho interés, entonces vuelvo a mirar la pantalla de la televisión, llegando a fruncir el ceño levemente; un documental sobre el parto.

-Hm, no lo estaba viendo.-respondo con indiferencia, intentando sonar todo lo creíble posible. En pocos segundos me levanto a la vez que paso la mano por mis cabellos, apartándolos de la frente. Intento mantenerme impasible pero lo que he visto en la televisión me ha dejado de piedra. ¿Seguro que era Sehun?, ha cambiado muchísimo…

Sigo pensando en aquello mientras me voy del salón para dirigirme a mi habitación. Esta es la sexta casa que compré junto a Kris y Jongin en estos cuatro años, por lo que mi habitación es bastante simple. Tiene unas cuantas estanterías, casi vacías, una play, una cama y un escritorio completamente sin usar.

-Y que hago yo ahora…-susurro, dejándome caer en la cama, intentando sacar algo claro de todo aquello. Desde aquel día en el que me separé de Sehun he vivido con las reglas, mucho más duras, de Jongin. Incluso a veces he sentido como este poder endemoniado se debilitaba. Muchas veces he sentido la tentación de comprar en los puestos de comida rápida porque el olor de los perritos calientes me ha llegado a causar apetito en vez de repulsión, y también he sentido dolor cuando me he golpeado los dedos de los pies con la esquina de la puerta; pero también me he hecho un gran corte en el brazo y de este no ha brotado sangre, y he seguido sin tener sueño desde que tengo conciencia. Todas estas cosas me han llegado a confundir y pensar que aquellas llamas azules que me alcanzaron tienen algo que ver con estos extraños comportamientos en mí.

-Bf, vale, paso.-termino con ese “runrún” en mi cabeza y me reincorporo de la cama. Me guardo en los bolsillos el teléfono móvil que apenas uso y unos cuantos billetes, y con un paso rápido salgo de mi habitación para dirigirme a la puerta principal. Entonces siento como la mirada de mi hermano Jongin se clava en mi espalda.

“No puedo irme sin más, debo inventarme algo.”

-¿A dónde vas?

-A dar una vuelta, solo llevamos tres meses aquí, pensé que era buena idea conocer la zona algo mejor.

Aquella excusa barata parece bastar al chico moreno, ya que este asiente y vuelve a fijar la vista en la revista. Ahora que vuelve a estar todo en silencio y que parece que Jongin no ve a interrogar más decido irme, no tardando en pisar el suelo de la calle.

No sé a dónde ir, pero no me importa en absoluto. Emprendo el camino sin rumbo fijo y sin fijarme siquiera en lo que me rodea. No sé cuánto tiempo llevo caminando –aunque tampoco me importa- hasta que llego las afueras de la ciudad. Pocas veces he pisado aquella zona, pero recuerdo perfectamente el pequeño –comparado con otros- aeropuerto gris metalizado. Habría seguido caminando hasta llegar a la vieja carretera rodeada de tierra, pero unos gritos de terror me hacen fijarme más en el edificio. Entonces puedo observar como un gran tumulto de personas sale corriendo de la puerta principal. En cuanto oigo el primer tiro de pistola no tardo en emprender mi camino hasta allí.

Éxtasis; EPÍLOGO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora