Soy Trinidad que significa: "Misterio y dogma de fe de la religión cristiana, según el cual en Dios hay tres personas distintas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo", te debes estar preguntando porque lo menciono, pues mi nombre me llevaría a un nuevo descubrimiento (Tipo Colón para una adolescente de 17 años) y una excéntrica forma de conquista, donde los hombres (género masculino) trataran de colonizar mi espíritu libre femenino.
Soy de una familia de clase media, de la zona central del país, específicamente de Curicó, defino a mi familia como conservadora (dependiendo de la situación), algo distantes y fríos. Aislado de la realidad capitalina, y fanáticos del campo chileno.
Mi santa madre es una mujer trabajadora, de ojos grandes, corazón blando, apegada a la doctrina de la iglesia católica, un poco dependiente emocionalmente, seguidora de los sermones dominicales y ausente en los momentos cruciales de una hija, pero segura de los pollos que criaba. Experta en la cocina, amante de la naturaleza y de la tranquilidad centro-sureña.
Por otro lado mi padre, un señor alto, robusto, de campo, bruto y poco afectivo, alejado de los paseos dominicales de mí madre y luchador por los almuerzos en familia, pero siempre delegando en lo femenino las labores hogareñas. Temeroso de su madre, fanático de los animales, el campo y sus encantos.
La abuela Rut (paterna), llevaba una vida espiritual mariana, devota de la virgen del Carmen, pero no fanática. De silueta amplia, alta y morena, dueña de campos frondosos, terrateniente, empresaria y de una imponente presencia, una mujer inspiradora, forjadora de caracteres y vida. Su pasión eran los invernaderos, la lectura y el conocimiento.
Pablo, mi único hermano, llevamos 13 años de diferencia, él es primogénito de mis padres, se lleva el premio de consentido por ser "hombre" y el mayor. Nacido en dictadura, el mejor de su clase, popular con las chicas, cautivador con las personas y mentiroso por esencia. Sigue buscando la micro que lo lleve a destino.
Desde pequeña tuve ese afán de estudiar en un Colegio Católico, el verdadero ¿porqué ? lo descubriría con los años. Sin embargo, me llamaba la atención sus rituales, su forma de vestir y vivir. Mis padres por otra parte, habían pensado seguir la línea de educación de mi hermano, es decir, laica. Con tan sólo cinco años, les dije a mis padres que quería asistir al Corazón de María. La abuela Rut, era quién, de una u otra manera, había metido esa idea en mi cabeza, pues ella constantemente mencionaba esa posibilidad.
Al pasar los días y apuertas de tomar la decisión, en una comida dominical en casa de la abuela Rut, se conversaba sobre las opciones de mi formación, les dice a mis padres de una manera fuerte, directa y clara, que deben ser realista para no cometer los mismos errores que se sucedieron con Pablo. Se generó un silencio incomodo, en donde mis padres no comentaron nada, aunque en el fondo les desagrada. Ahora, con una mirada más adulta debo decir que a favor de mi hermano, mi abuela nunca lo quiso y Pablo tampoco se quedaba atrás, él sentía rechazo por ella y se le notaba, mamá siempre dice que era mutuo, desde que era bebé, ya que cada vez que se acercaba a la abuela, Pablo comenzaba a llorar. Yo creo, que el rechazo era porque Pablo se parecía a mi madre, tanto física, como emocionalmente, y mi abuela no lo soportaba.
En este proceso de escoger colegio para mis padres, no fue fácil, pero al final se decidieron por el Corazón de María. En el transcurso de los años, fui una chica consentida, algo caprichosa y muy regalona por mi familia y profesores, sin embargo, la vida no fue fácil, tuvimos varios apretones económicos. Tuve la necesidad de trabajar en mis vacaciones para poder comprar algunas cosas y ayudar en casa. Por otro lado, la etapa escolar pasó como toda niña, con altos y bajos, buenas y malas notas, lo más difícil de este proceso fue el desarrollo de mi cuerpo, fue complejo, porque siempre fui la más alta, de pelo voluminoso, largo y ondulado, pecas alrededor de mis ojos grandes y una lengua directa y afilada, la que de una u otra manera, trajo consigo varios problemas. Tuve relaciones sentimentales complejas, amores platónicos, no eres tú soy yo, suspensión de clases, la cimarra, helados en bolsitas, gira de estudio y lo más importante de todo, ferviente y activa participante de la Pastoral del Colegio, no crean que solo rezábamos, era muy divertido, hacíamos actividades sociales, íbamos de casa en casa hablando del evangelio, hacíamos viajes en la región y fuera de ella, a lugares que era complejo llegar, siempre había algo nuevo que hacer o a quién ayudar.

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Una mujer entre Sotanas
Non-FictionLa elección de una profesión llevaría a Trinidad a conocer un retorcido mundo de sotanas, que mataría su inocencia, cambiaría su vida mostrando la deshumanización, corrupción, abuso de poder, homesexualidad, mentiras y negligencia de la Iglesia, en...