Sueño

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Oscuridad absoluta, no podía ver ni escuchar nada, sin embargo no se sentía asustado, incluso en esas condiciones estaba seguro que se encontraba en la misma habitación en la cual solía encontrarse con el tigre y efectivamente sólo tuvo que esperar unos segundos más para poder ver al blanco felino delante suyo, detrás de la bestia se encontraba una enorme puerta de color blanco, no era la primera vez que la veía y al igual que en otras ocasiones poco a poco fue acercándose a un par de metros de llegar sintió como lo jalaban de los hombros mientras oía como una dulce y calmada voz lo detenía, se dio la vuelta para ver el rostro de quien lo llamaba y en ese instante... despertó.

-haaa, esta vez tampoco pude ver quien era – suspiro el albino de nombre Nakajima Atsushi mientras se tallaba los ojos tratando de incorporarse en la cama.

-Buenos días Atsushi-escuchó decir a su compañera, Izumi Kyouka, desde el marco de la puerta de su habitación -ya está listo el desayuno.

-Gracias y buenos días a ti también Kyouka-chan-respondió con una sonrisa-dame un minuto y en seguida bajo.

Hacía casi un mes que se habían mudado a un nuevo departamento, no porque su salario se los permitiera sino porque era un regalo del gobierno que estaba enormemente agradecido con los miembros de la Agencia especialmente con ambos menores por haber evitado la aniquilación de la ciudad y por ende haber salvado sus vidas.

Atsushi se había mostrado reacio a aceptar tal recompensa ya que una pequeña parte de su mente se sentía responsable por lo que hizo Shibusawa, pero tras la insistencia de Dazai (que adivinó lo que el menor pensaba) alegando que era una buena oportunidad de obtener algo de esos viejos tanuki y que era lo mejor no solamente para él sino también para Kyouka el albino terminó aceptando.

Atsushi imaginó que sería un departamento normal, dos habitaciones, un baño, una cocina y un comedor, simple y sencillo, grande fue la sorpresa de ambos chicos al ver no solamente que el departamento estaba en el último piso de un hermoso edificio cerca de su trabajo, para alivio del mayor de los dos, sino que el "sencillo" departamento tenía dos pisos y una gran terraza que más bien parecía un patio. En la planta baja se encontraba la cocina, el comedor, una sala, el cuarto de lavado y un baño; en el segundo piso se encontraban tres habitaciones cada una con su propio baño, un estudio que usaban como biblioteca y finalmente otra habitación que podían usar como una pequeña bodega, todo totalmente amueblado.

En el comedor

-Itadakimasu- dijeron ambos jóvenes mientras comenzaban a comer el desayuno preparado por la pelinegra, el cual, consistía en un delicioso tamagoyaki, arroz, ensalada y algo de jugo de naranja.

- ¿Hoy tampoco avanzaste en el sueño? - preguntó Kyouka quien era la única que sabía sobre el sueño del peliblanco el cual negó con la cabeza- tal vez aun no es momento de que recuerdes.

Ya que ambos viven juntos una noche mientras la más joven se había parado para tomar algo de agua, al pasar por la habitación de Atsushi escuchó los murmullos del albino, al principio pensó que era una pesadilla pasajera más sin embargo esa situación se dio por toda una semana, la pelinegra preocupada por su amigo el cual comenzaba a tener algunas ligeras ojeras, decidió preguntarle sobre lo que le ocurría, el albino primeramente no quería contarle pues no quería preocuparla sin embargo terminó rindiéndose a la insistencia de su amiga no sin antes hacerle prometer que no le contaría a nadie más sobre el asunto.

Le contó que esos sueños en realidad eran el mismo sólo que conforme pasaron los días fue avanzando hasta llegar al momento en que la voz lo detenía, de esa conversación ya dos semanas habían transcurrido.

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