Epilogo

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Esperando en el área de aduanas del puerto espacial en la Tierra, Mikayla suspiró con una mezcla de molestia y alivio mientras Lachlan maniobró en su asiento y le levantó los pies en su regazo. Con dedos fuertes, él masajeó la bola de su pie exactamente donde le dolía. Ella había pasado demasiado tiempo de pie hoy, pero quería que todo fuera perfecto.

Después de casi un año viviendo y amando a los hombres de sus sueños más íntimos, ella por fin iba a conocer a sus suegros. Tres padres, dos madres, y siete hijos todos en la misma habitación era más que un poco intimidante.

¿Qué pasaría si a sus suegros no les gustaba?

Ella gimió mientras el tacto divino de Lachlan hacía su magia y su tensión comenzó a disolverse. Simplemente había pasado doce meses aferrándose a su independencia, mientras estaba rodeada de hombres dispuestos a mimarla, protegerla y consentirla. Si era capaz de rechazar sus amorosas pero innecesarias atenciones, sería capaz de manejar cualquier cosa que sus suegros le hicieran.

− ¿Me puedo sentar aquí? - La pregunta vino de una tranquila mujer joven y atractiva.

− Por supuesto, - dijo Mikayla mientras se sentaba un poco más recta.

− Gracias. - La mujer casi se derrumbó en el asiento junto a Mikayla. - He estado tan ocupada consiguiendo organizarlo todo. Es maravilloso simplemente sentarse por un momento.

− ¿Organizar qué?, - preguntó Mikayla con curiosidad. No se había dado cuenta de cuánto echaba de menos las conversaciones ocasionales con alguien con el que no estuviera casada.

− Me voy a casar, - dijo la mujer. Mikayla miró el anillo en su propio dedo, sonriendo a las siete piedras preciosas idénticas que estaban fijadas en un círculo de piedra, una por cada esposo. - Fue tan rápido, - dijo efusivamente la mujer mientras su entusiasmo rebosaba. - Sólo nos conocimos hace tres semanas, pero cayó perdidamente enamorado a mis pies, y ahora vamos a viajar y conocer todos los mundos. Había leído acerca de ellos pero nunca pensé que los visitaría.

La respiración de Mikayla se atascó en su garganta, su corazón empezó a latir por la familiaridad de la historia de la mujer.

− ¿C- Cómo se llama? ¿Su prometido? , - preguntó ella, sintiéndose bastante tonta. El hecho de que Jet hubiera sido un idiota no significaba que cada hombre lo fuera. Tenía siete muy buenas razones para pensar eso.

− Jet, - dijo la mujer orgullosamente, - Jet Killarney. Él es tan maravilloso. Él ...

Las palabras de la mujer se detuvieron cuando vio la cara de Mikayla.

Lachlan se había puesto rígido a su lado también.

− ¿Él está aquí? – logró preguntar Mikayla al fin. Su estómago se sentía como si se le hubiera subido a la garganta.

La mujer parecía un poco asustada por la reacción de Mikayla, pero sonrió mientras miraba a alguien en la distancia. - Oh, aquí está. Jet, - ella lo llamó y agitó la mano en alto para que el hombre pudiera localizarla en la sala de espera atestada.

Antes de que pudiera saludar a la mujer, Mikayla dio un paso en su camino.

El gusano viscoso le dedicó una sonrisa encantadora, ni siquiera reconoció su rostro.

A menudo se había preguntado cómo reaccionaría si alguna vez viera a Jet de nuevo, pero el millón de escenarios que había imaginado ni siquiera se acercaba a lo que realmente sentía. La bilis subió a su garganta al pensar que podría estar planeando hacerle a esta mujer lo que le había hecho a ella.

Su puño golpeó la nariz de él, el crack satisfactorio en sus nudillos la hizo volverse más audaz. Avanzó hacia él mientras él daba un paso atrás y le hubiera dado una patada en la ingle al hombre si no hubiera sido porque Lachlan envolvió con sus brazos su cintura y la retuvo. Ella refunfuñó cuando él se rió en voz baja por su frustración.

Los Hombres de Mik 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora