Campo de flores | markren「ⁿᶜᵗ」

parte única

Cada sábado por la mañana, Renjun juntaba flores, de todas las formas y colores.

Por la tarde, buscaba su mejor atuendo y preparaba té, esperando a que el timbre sonara como cada semana, a la misma hora. Sonreía para sí y caminaba hacia el esperado encuentro.

Su novio, un chico canadiense a quien conoció durante el invierno de hacía casi cinco años, lo esperaba con una sonrisa radiante que amenazaba con querer derretirlo si no reaccionaba enseguida.

Este chico mayor, aunque a veces más aniñado que él, sabía hacerlo derretirse entre sus manos como el hielo en el verano.

Primero, esa mirada rebosante de tanto amor, esa que hacía que sus piernas temblaran si este estaba demasiado cerca.

Luego, sus caricias, las que lo hacían suspirar de gozo cada vez que recorrían su cabello, sus labios y su piel.

Finalmente su cuerpo, que lo hacía sentirse protegido cuando lo envolvía entre sus brazos y sus labios acariciaban los suyos con una delicadeza que lo desarmaba.

Cuando esto ocurría, cada sentido del menor parecía nublarse y volverlo débil, aunque eso no era algo malo, porque él amaba esa sensación.

Estar entre los brazos de este y sentir sus labios sobre los suyos era como flotar sobre un campo de flores: relajante, lleno de color y el mejor sueño que podía tener alguna vez.

Aunque no era el caso, era real y realmente estaba siendo acunado entre los brazos de su amor, como el más bello sueño que pudo tener alguna vez.

Cuando los labios de este acariciaban su piel, algo arrasaba con él, dejándolo blando y totalmente fuera de si, absolutamente entregado al calor del cuerpo ajeno.

Era como si sus besos lo elevaran hasta un punto donde él ya no tenía ningún tipo de control y sólo quedaba dejarse llevar por cada caricia proporcionada y entregarse por completo una y otra vez.

Cada día, cada noche, él era mimado, acunado, llenado de besos, palabras bonitas y promesas brillantes sobre un futuro donde el nombre de los dos siempre estaba escrito, uno junto al otro.