。・6 ・。

1.1K 164 9
                                    

Tomé su mano y la uní con la mía antes de besarlo de nuevo con esa desesperación y posesión que me caracterizaba. Lee Taemin finalmente se había fijado en mí, ya no habría más desplantes crueles de su parte, ni noches de desvelo pensando qué había hecho mal para merecer el desprecio de la persona más importante para mí en ese momento. Por fin podría estar con Taemin como había anhelado tantas veces desde que lo conocí en aquella fiesta de universitarios. Incluso me sentía muy agradecido con Yoona por haberme llevado allí a pesar de que yo no quería, a pesar de que ella entorpeció todo; de alguna manera no me sentía ni una pizca de molesto por lo que le dijo a Taemin sobre mí.

Él me miró sorprendido por eso, pero sonrió —y su sonrisa era la más bonita del mundo, de mi mundo—, se apresuró a envolverme con sus delgados brazos en un abrazo que hizo mi corazón derretirse.

Cuando salimos del local no podía evitar sonreír como estúpido, porque me sentía como estúpido, el amor siempre había sido algo innecesario desde que recordaba, pero ahora me encontraba mirando a Taemin como si fuera la octava maravilla del mundo y el tesoro más preciado —tal vez lo era, al menos para mí lo era.

Sujeté la mano de Taemin mientras caminábamos, él se sobresaltó y me miró sorprendido, yo sólo atiné a guiñarle un ojo y darle una de mis sonrisas coquetas que bien sabía hacer, él se relajó al instante.

Era difícil para mí tratar de describir la manera en la que me sentía, todo se sentía nuevo en algún punto. No me explicaba cómo una simple atracción a primera vista había mutado en algo más intenso al momento de conocer más al pequeño demonio Lee Taemin. Desde temprana edad me declaré enemigo del amor y de las relaciones serias, pero había algo en ese pequeño chico de 16 años que me hacía retractarme de cualquier mal comentario respecto al amor.  Y es que con sólo mirarlo sabía que todo estaba bien, que al fin estaba bien.

—¿Vamos a tu casa?

—Me gustaría vagar un poco más por aquí contigo, ¿se puede? —Me miró con inocencia y mi corazón se derritió al instante.

—Por supuesto que sí, pequeño.

Fuimos al mismo parque donde lo había encontrado por casualidad, sus mascotas nos seguían en silencio, eran tan calmados que incluso había olvidado que estaban con nosotros. Nos sentamos en una de las fuentes del centro de ese parque, los dos perritos corrían alrededor persiguiéndose entre ellos.

—¿Cómo se llama? —pregunté señalando al pequeño perro color café.

—Eve.

—Oh, ¿es una perrita?

—No —respondió con una risa, no entendía su punto pero no iba a cuestionarle los nombres que le ponía a sus perros—. El otro se llama Adam.

Asentí lentamente mirando a los perros perseguir sus colas. Qué extraño.

Escuché a Taemin suspirar y al segundo siguiente ya lo tenía recargado con su cabeza en mi hombro, lo abracé con uno de mis brazos y recargué mi cabeza en la suya, suspiré también.

—Siento como si esto no fuera real.

Agregó Taemin de repente mientras jugaba con los dedos de mi mano, sin mirarme, los dos estábamos concentrados observando el sol ocultarse entre los edificios de la ciudad.

—Es demasiado bonito para ser real.

Añadí y sentí cómo reía. Se enderezó y se sentó correctamente, lo miré con curiosidad y él sonrió por enésima vez en el día antes de abalanzarse sobre mí y atrapar mis labios entre los suyos con un beso demasiado necesitado. Sabía que no tenía experiencia en eso desde la primera vez que nuestras bocas se encontraron y sus movimientos se volvieron cada vez más y más torpes. Tomé su rostro entre mis manos y acaricié sus mejillas con mis pulgares, tomé el control del beso al instante.

—Creo que deberíamos irnos, Tae.

Susurré después de un largo rato de besarnos, los rayos dorados del atardecer daban de manera parcial en su cara y le daban un toque demasiado angelical que me hacía imposible no querer devorar al chico frente a mí.

—Sí, hyung debe estar muy preocupado. —Bajó la cabeza avergonzado—. Él estará muy molesto.

—Jinki hyung te ama demasiado, Taem. —Revolví su cabello con mi mano, lo despeiné un poco, o tal vez mucho.

—Este cabello me causa muchos problemas —dijo acomodando con sus manos su largo cabello castaño—. Debería cortarlo.

—No lo hagas, te ves lindo así.

—¿E-en serio? —Sus mejillas se tiñeron de rosa mientras levantaba la vista para mirarme a los ojos.

—Muy en serio.

Caminamos de la mano de regreso al departamento donde Taemin y su hermano mayor vivían después de que sus padres los hubieran casi echado de su casa. Íbamos en silencio, pero extrañamente no era un silencio incómodo, se sentía demasiado bien a decir verdad. Y todo iba perfecto hasta que sentí a Taemin tensarse bajo mi agarre, y cuando levanté mi vista entendí la razón de sus acciones. Un grupo de chicos, que suponía eran de su clase porque en mis ratos de acosador los había visto con mi pequeño novio en la clase de gimnasia, estaban reunidos cerca de un local de comida rápida, y nos estaban mirando de una manera extraña.

Me detuve de repente antes de preguntar:

—Taemin. —Su mirada nerviosa se encontró con la mía—. ¿Me quieres?

—¡Sí, por supuesto!

—Entonces no sueltes mi mano, que no te importe lo que ellos piensen, que sólo te importe lo que tú quieres.

—Está bien. —Su mano se aferró más a la mía.

—¡Él es mi novio, estúpidos! —grité a los chicos que estaban mirándonos con burla y no dudé en dejar otro beso más en los abultados labios de Taemin.

Tenía que admitir que las miradas sorprendidas de las chicas que había reconocido como algunas de mis muchas admiradoras era un buen premio por el beso.

Fuimos hasta su hogar con las mejillas de Taemin más coloradas de lo normal. Cuando llegamos Jinki corrió a abrazarlo y besarlo, me miró con agradecimiento y yo me despedí de los dos hermanos, prometiéndole a mi novio que regresaría mañana. Jinki no se sorprendió por la noticia, y se alegró demasiado.

Más tarde, en mi habitación, cuando estaba a punto de ir a dormir, tomé de mi escritorio la hoja arrugada de metas que siempre mantenía ahí. Busqué al final de ésta esa oración que me había tenido pensando durante mucho tiempo.

«Conquistar a Lee Taemin.»

Finalmente coloqué una palomita junto a la oración. Hecho.

Después de todo, no es imposible.

Fin

No Es Imposible [2min]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora