XIII: Piano.

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'Mi vida no es mía.'

YoonGi, un chico nacido en la alta sociedad que jamás conoció lo que es ir a la cama sin cenar o que se le negase el más nimio de los deseos. Tenía todo lo que quería, en cuánto se hable de bienes materiales.

—Señorito, tiene que levantarse para sus lecciones de piano —dijo la mucama que entraba a la habitación interrumpiendo su sueño.

YoonGi no quería abandonar las mullidas almohadas y el cálido edredón. La chica negó con la cabeza mientras reía, se aproximó a la ventana para correr las finas cortinas de seda, permitiendo que los rayos del sol se colaran en la habitación así como la fresca brisa matutina al correr los cristales.

—¿Por qué tan temprano? -refunfuñó, aún entre las sábanas—. ¡No deberían comenzar aún!

—Tiene que ver a su prometida por la tarde, así que su señora madre decidió que lo más apropiado sería comenzar sus deberes con antelación para estar libre una hora después del medio día —explicó mientras buscaba las vestimenta de YoonGi en el armario.

—Megumi... ¿Por qué tengo una vida tan lamentable? —dijo él con exagerado pesar, sentándose en la cama y estirando la espalda.

—No diga eso —interrumpió la chica que difícilmente tendría unos pocos años antes de los treinta—. Tiene una vida muy buena, una que muchos envidiarían. Ahora salga de la cama para quitarle eso.

YoonGi la miró con pereza, y ella rió entre dientes. Él se levantó de la cama quejándose por lo frío del suelo, al mirar por la ventana se percató que lo habían despertado al amanecer. Eso explicaba por qué le costaba tanto salir de la cama.

—Mi vida no es para envidiarse —murmuró mientras ella le soltaba los lazos del camisón—. Solo tengo que actuar como se me dice, hacer lo que se me dice, decir lo que se supone tengo que decir... ¿realmente tengo una vida? ¿vale la pena?

—Pero no es tan malo —contradijo Megumi en lo que despojaba a YoonGi del camisón y le pasaba una toalla larga por los hombros para cubrir su desnudez—. Yo tengo que hacer lo mismo, hasta más, y solo obtengo un par de monedas cada tanto.

—Pero al menos puedes decidir con quién casarte, a quién amar, si quieres puedes irte y buscar suerte en otra parte —se dirigió hacia el baño, con la chica detrás de él—. Yo solo puedo hacer lo que se me dice, soy como un esclavo con clase. Incluso me azotaban cuando daba pelea.

—Estoy segura que algún día serás feliz, YoonGi —cuándo escuchó su nombre pronunciado por la chica, esbozó una sonrisa. No importaba cuánto él le insistía para dejar de lado lo formal, ella siempre seguía tratándolo como superior—. Puede que hasta sea imprevisto e inusual, solo tendrá que ir tras esa oportunidad cuando se presente.

YoonGi tan mostró una sonrisa sin mucho ánimo. Él entro a la bañera y ella se encargó de su limpieza empleando una esponja, una barra de jabón y agua aromatizada.

Mientras eso pasaba, YoonGi sólo se enfocaba en una cosa; ¿Cómo haría para escaparse e ir con JiMin? Tenía que asistir, no era una opción dejarlo plantado. Ni siquiera si era para reunirse con su futura esposa, que aburrido sería sentarse allí y escucharla hablar, no es que fuese una mala chica pero YoonGi no la quería. Si se tomaba el tiempo para conocerla seguramente le agradaría pero él no quería conocerla, no quería un matrimonio.

Compartía género con quien deseaba para entrelazar su vida, y por esa razón no podrían casarse.

—¡YoonGi! —vociferó Megumi atrayendo la atención del chico—. Te he preguntado unas tres veces si quieres que te lave el cabello con limón o frambuesa.

El Amante del Diablo | YoonMin |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora