XX: Pistas.

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YoonGi estaba sentado al borde de la camilla mientras la enfermera se encargaba de quitar cada uno de los aparatos que le habían colocado.

Su hermano mayor le miraba con preocupación desde el otro lado de la habitación, parado al lado de la ventana permitiendo que el sol hiciera contacto con su piel y así percibir más calor; la habitación estaba helada.

—¿A dónde quieres ir? —preguntó YoonJae mientras que YoonGi se ponía de pie, intentando mantener el equilibrio.

YoonGi lo observó con poco interés y YoonJae no vio más que una mirada vacía... ¿Su hermano seguía allí dentro?

—Uhm... —suspiró, colocándose ambas manos en la cintura tras alisar su ropa con las manos. Deslizó la diestra por su cabello en un gesto pensativo—. A casa, a mi departamento.

—¿Estás seguro? —cuestionó el mayor, colocando las manos en los hombros su hermano pequeño.

YoonGi permaneció en silencio, con la mirada pérdida en algún punto de la habitación.

—Sí... Necesito hablar con él —murmuró sujetando las muñecas del mayor y con lentitud le apartó las manos—. Calma, estoy bien. Ya sé lo que quiere, no es como antes.

YoonJae guardó silencio, su expresión delataba la preocupación que lo carcomía pero YoonGi desde pequeño fue un terco de primera ¿cómo hacerlo cambiar de opinión ahora que mas bien sentía no conocerlo? Se tomaba las cosas tan naturales ahora que a YoonJae se le erizaba la piel.

Ambos salieron de la clínica con un aspecto deplorable, estaban pálidos con ojeras violetas tenues bajo sus ojos, incluso la enfermera les ofreció bebida y una cama para que pudieran descansar un poco antes de irse. YoonJae estuvo a punto de aceptar, estaba cansado, agotado mentalmente pero YoonGi se negó alegando que estaban en perfecto estado y agradeció la amabilidad.

En el transcurso al departamento ninguno de los dos conversó. YoonGi lucía ausente, YoonJae confundido.

Al llegar al domicilio, YoonGi se detuvo en silencio justo antes de entrar con una mano puesta en el pomo de la puerta. Dudó, pero terminó entrando.

YoonJae quiso hablarle a su hermano pero él se fue hacia la habitación encerrándose allí. Decidió darle espacio así como ordenar sus propias ideas antes de platicar. Nada le quedaba claro.

En la habitación, YoonGi tomó asiento al borde de la cama, apoyando la cabeza en sus manos ¿Qué sería de su vida ahora? Sentía que podía llorar todo el día por la historia que vio mientras dormía. Quiso creer que nada de lo que vio era real, que todo podía ser un truco pero... ¿realmente lo creía o solo quería huir? Lo único que seguro para él se resumía en que todo lo sucedido era más complicado de lo que creyó en un inicio.

Una mano espectral se deslizó por su espalda buscando darle consuelo, YoonGi lo sintió como agua fría recorriéndole la espina dorsal, se estremeció y un nudo se formó en su garganta.

—Ya lo viste todo —murmuró aquella voz que ya conocía bien, tan familiar y cálida.

—Lo vi —admitió.

Se enderezó en su lugar, y fijó la mirada en JiMin.

Antes sintió miedo por su aspecto. Por la piel ceniza, los moretones, labios morados, la sangre seca o coagulada en diversas zonas de su anatomía y los profundos cortes en su carne. Sintió lástima y compasión con un atisbo de culpa intercalado.

Lo observó por un rato e intentó tocarlo, colocando su mano en el hombro de JiMin pero su mano lo traspasó. A pesar de no sentir físicamente, el gesto significó mucho para él.

—No fue tu culpa —murmuró JiMin mirando a los ojos de YoonGi—. Te mataron primero, no hubieses podido evitarlo aunque quisieras.

JiMin hizo una pausa, luego prosiguió.

—Yo... En medio del dolor llegué a pesar que me habías dejado morir para salvarte y y... Fue horrible, YoonGi. Lo creí por mucho tiempo aunque quería creer que también te sucedió algo y por eso no volviste.

—¿Cómo sabes todo eso?

—Porque yo estaba allí contigo, vimos tus recuerdos, los míos y los de otros que reuní con los años.

JiMin tomó el collar que YoonGi usaba y lo sacó, dejándolo sobre su camiseta.

—Tuve que hacer mucho para que cayera en manos correctas luego esperar y esperar... Pero sabía que en algún momento volverías a mí.

YoonGi apartó la mirada con el corazón yendo desbocado, JiMin notó la duda y tensión.

—Estás dudando... Lo veía venir, ahora quieres vivir una aburrida y mediocre vida en éste mundo que está más jodido cada día ¡cómo no lo pensé!

—El mundo ya no es como antes —murmuró YoonGi.

—No seas iluso, es exactamente lo mismo solo que ahora lo hacen mejor para que todos crean que están bien y vivan felices en su ignorancia —le reprochó.

—¿Y qué se supone que debo hacer? ¿Qué se supone que haré contigo?

—Venir conmigo, tendremos una vida feliz, en el plano más allá dónde no hay dolor, dónde no te harán daño —le dijo, con sus ojos humedeciéndose—. Ya no matan por ser homosexual o supuesta brujería pero ¿cuánto ha cambiado? El asesinato está cada vez más presente por razones ridículas y sin sentido, te criticarán hasta por lo más mínimo y todos se limitan la vida entre sí aunque aseguren tener buenas intenciones ¿realmente quieres vivir así? ¿sin plenitud jamás? Y es que la caza de brujas jamás se detuvo, solo que ya no van detrás de quienes tienen gatos negros.

YoonGi quiso argumentar pero JiMin desapareció, mas todavía lo sentía cerca.

—Aún no crees que todo esto sea cierto ¿verdad? Toda tu vida has sentido que algo te faltaba pero ahora que lo sabes; tienes miedo. Ve al inicio de todo y aclararás tus dudas —le susurró al oído, YoonGi se estremeció.

Cada vez estaba más confundido, conmocionado, se cuestionaba cada aspecto de lo que sucedía.

—Recuerda que la muerte no es el final, de ser así, ya habrías conocido el tuyo —y con esas palabras, la presencia de JiMin desapareció.

Miró el collar en su cuello, lo tomó con ambas manos y tiró de él hacia arriba, buscando sacarlo pero se detuvo perdiéndose en sus pensamientos.

«Busca en el inicio» se repetía una y otra vez en su mente, mientras él intentaba darle sentido.

Hasta que finalmente comprendió.

—¡YOONJAE! —gritó YoonGi desde su habitación.

En nombrado apareció en la puerta de la habitación con la respiración agitada, sudando y una expresión de espanto digna de un filme terrorífico. Llevaba un pan a medio comer en la diestra y migajas en más comisuras.

—Necesito que rentes un auto.

—¡¿Y POR ESO TIENES QUE GRITAR COMO BORREGO A MEDIO MORIR?! ¡ME VAS A MATAR Y TENDRÁS UN SEGUNDO FANTASMA CON EL QUE LIDIAR, CRIATURA DEL AVERNO!

El Amante del Diablo | YoonMin |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora