Destrozos de un corazón arriesgado.

664 39 6
                                    

Continuamente podía escucharlos, todos aquellos sonidos. Las risas, las carcajadas, la diversión, las conversaciones, los regaños, los llantos... El dolor y la destrucción de ese peculiar corazón.

Vivir en un vecindario como aquel con tan poco tráfico y apenas unos pocos vecinos a una considerable distancia; era en algunas ocasiones tan agradable y pacífico. No fiestas, no gente molesta, no ruidos innecesarios o niños llorones durante la madrugada.
A excepción de ella, usualmente su llanto lograba llamar su atención aun y cuando recordaba estar tan cansado que ni siquiera se dio un baño antes de caer tan profundamente dormido que aseguraba que ni siquiera el paso de un camión industrial podría despertarlo. Sus gritos, el dolor y la agonía; el sonido de los golpes, los reclamos y la angustia de sus sollozos, el timbre de su voz al pronunciar el nombre de quien causaba su tortura, tan delicado, sutil pero temeroso y triste, sin toques de esperanza, todos los sonidos.... El podía escucharlos.

No sabía su nombre, bueno.. Lo sabía, un bonito nombre, Rachel Gardner; tan bonito como su voz. Una adorable chica de corta estatura, delicada piel blanca, rubios cabellos y melancólicos ojos azules.
Solía vestir un camisón de un pulcro color blanco, tan puro como ella, tan sutil y dulce; nunca la vio utilizar algo más, sus pies descalzos, y su cabellos suelto, ella usualmente se veía así. Había algunas cuantas cosas más, durante algunos días a la semana también podía versele con unas cuantas marcas que aseguraba eran de aquellos sucios dedos que la estrujaban, había también áreas en su cuello, hombros y mentón de una curiosa mezcla de tonos morados, azules y verdes, algunas de ellas acompañadas de arañazos o incrustaciones de dientes claramente visibles incluso en la distancia de su ventana a la ajena que se conectaban al frente.

Hoy parecía ser uno de esos días, esos en los que los reclamos, regaños, gritos, golpes y objetos cayendo eran lo único que podía escucharse; siendo ignorados por los pocos oyentes en aquel barrio abandonado por todo el mundo. Bueno, el no lo ignoraba realmente al contrario estaba completamente al tanto de todo, podía verlo a través de aquel grandioso ventanal.

Podía verla, podía escucharla... Podía notar la furia en el rostro del imbécil de su vecino, Danny y aparente esposo de ella. Observó cada uno de sus movimientos, cuando la tomó del brazo, tiró de ella acercándola a su cuerpo, y cogiendo con la otra su mentón logrando las típicas marcas a las que ellos tres se habían acostumbrado; reconoció aquello como el inició del castigo, el bajó la mano que mantenía en el mentón de la pequeña rubia hasta que ésta quedase sobre su cuello, haciendo la suficiente presión como para empujarla hasta hacerle caer sobre la cama aún con las lamentables suplicas de ella como música de fondo.

—D-Danny.... Por.. Por favor...–Lo cogió por la muñeca, los ojos repletos de lágrimas y la voz rota.

—¡CALLATE! –Apretó más, dejándola sin aire.

—P-por... Favor....–La voz no emanaba, sin embargo las lágrimas escurrían una tras otra en surcos gruesos por sus mejillas.

—¿Por favor?, ¿Que tratas de decir? –Se acercó a ella, casi al punto de rozar sus narices y antes de cualquier otra cosa; descendió hasta su cuello trazando una linea con su lengua para luego abrir la boca y dar una profunda mordida en el área ya afectada. Ella reprimió el desgarrador grito que estoy seguro suplicaría por dejar escapar debido al inmenso dolor que incluso yo imaginé sentir al ver como la sangre comenzaba a brotar en delgados hilos rojos de su piel.
El había aflojado su agarre en el cuello, pues estaba mucho más concentrado en llevar sus manos en un paseo a través de las delgadas piernas de Rachel.

—Danny.... Por favor....–Ella no dejaba de repetirlo, llorosa y con el temor aumentando su intensidad en su interior.

—¿Porqué?, ¿Porqué crees que tienes el derecho de pedirme algo, Rachel? –Detuvo sus manos, y en cambio volvió su mirada hacia ella, tan tenebroso y al mismo tiempo tan patético; deseando sentirse el jefe en aquella situación, el realmente es un imbécil.
—Yo te salvé, Rachel... Eres mía, ¿recuerdas?

—L-lo soy.... –Ella era como ver a un cordero suplicando a su dueño por unos cuantos días más de vida, ya estando en el matadero.

—Entonces, ¿porque te niegas?, ¿No me amas, Rachel?

—Y-yo...

—¡TU DIJISTE QUE ME AMABAS!, ¿Lo recuerdas? –Más pronto que tarde él se recostó sobre el pecho de la joven, simulando un abrazo sin llegar a utilizar sus manos en el acto.

—Te... Amo..

—¿De verdad? –Un toque risueño se escuchó en su voz. Tan desagradable.

—Si, Danny.... Te amo mucho...

—Entonces, ¿debería preparar algo de comer para la persona que más amo y me ama también?

—Me gustaría...

—En ese caso, iré a comprar las cosas, y te prepararé lo mejor que haz comido en tu vida. Porque te amo, y debo cuidarte ¿cierto? –Ella asintió, ida y el depositó un suave beso en sus apenas rosas labios levantándose y segundos después desapareciendo tras la puerta de esa habitación.

Mientras tanto ella se levantó de la cama, y caminó un poco hasta quedar casi totalmente de frente al ventanal por el que el era capaz de observarla. Entonces pudo notarlo mejor, los ojos rojos, aun llorosos, la sangre ligeramente fresca y su cuello y brazos tenuemente oscuros en algunas zonas que seguramente después serían mucho más notorios a la vista de cualquiera.

Estaba seguro de que ella no podía verlo desde esa distancia pero aún así prefirió retirarse y evitar causarle algún susto a la joven. En cambio, cogió sus cosas y salió de su casa; tenía algo muy importante que hacer fuera, y no podía retrasarlo más.

Ese día definitivamente marcaría un antes y un después colosalmente diferente en su vida; y claro que también en la vida que hasta ahora llevaba la chica que tanto amaba. Él se encargaría de hacerlo diferente para todos ellos, no había manera; esa sería la última vez definitivamente.

—Serás más feliz, Rachel.

Stalk.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora