Parte 1

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Había sido una tarde realmente agotadora para el ruso, desde que se despertó no tuvo descanso alguno. Sus hermanas habían decidido que su visita en la casa del euroasiático ya había terminado, bueno, sólo su hermana mayor; aunque, fue un alivio de que Natalia no haya armado un escándola para quedarse con él. La quería, pero, la manera en la que ella se quedaba vigilándolo desde una silla mientras el dormía lo hacía temblar de miedo e incomodidad. Ahora mismo se encontraba conduciendo hasta su hogar, estaba tan convencido de que al llegar le daría un largo trago a su botella de vodka que únicamente pensó en eso durante varios minutos. Pero, no tenía idea de que sus planes serían frustrados con tan sólo una llamada. Al sonar el aparato guardado en su abrigo, se extrañó. Quizás, había algo malo en el vuelo y tendría que devolverse. Ni siquiera se molestó en estacionar su vehículo para así contestar, continuó conduciendo en tanto sus ojos se dirigían a la persona que lo estaba contactando.

Alfred se leía claramente en la pantalla.

Iván gruñó infantilmente. Hace unos días había discutido con ese estadounidense tan caprichoso, Alfred le había gritado cosas nada lindas, colmando totalmente al eslavo y sacándolo de sus casillas. Normalmente se hubiera tomado todo eso como parte de la actuación diaria de Jones para intentar, inútilmente, alejarlo. Pero, esta vez fue efectivo. Recordó que después de la punzada dolorosa que sintió en su pecho y el enfado creciendo en él, Iván miró a Alfred y dijo algo como: "Ya, joder. Lo conseguiste, te dejo en paz." Todo eso con una voz totalmente más grave de la que usa de manera habitual. Luego de eso simplemente se fue dando un portazo y desde entonces, no han hablado.

Ellos no eran precisamente una pareja, jamás acordaron nada, así que, Iván no tenía ni idea si aquello podía terminar o no, mejor dicho, no sabe como detectar en que momento terminará. No tenía idea de si continuaban siendo amigos o algo así. Desde que le confesó al americano sobre sus sentimientos hacía él, se acercaron poco a poco. Y lentamente Alfred comenzó a aceptar abrazos y besos por parte de Iván. Incluso habían tenido especies de citas, veían películas juntos, tuvieron pijamadas, paseos a la heladería y discutían siempre cosas como que ejército era mejor cuando acordaban en que casa desayunar. Eran prácticamente novios para todos sus amigos y conocidos, los únicos que no lo tenían claro eran ellos mismos.

Suspiró pesadamente y vaciló un momento antes de responder. Se propuso a deslizar y presionar el botón de altavoz para también concentrarse en el camino.

"Dime..."

Y nada.

"¿Jones?" Se escuchó un quejido extraño del otro lado del teléfono.

Alfred tardaba demasiado, ya habían pasado casi tres minutos e Iván supuso que se trataba de un simple error. Tal vez, el yanki había marcado su número con el trasero otra vez.

"Vanya." Un raro escalofrío recorrió la vasta espalda del ruso al escuchar eso entre suspiros cargados de aire. "Ven a aquí ahora... por favor."

Hubo otro silencio, esta vez por parte del eslavo. Le era imposible no vacilar ante la petición del otro.

"¿Para qué sería?"

"Mierda..." Gruñó Jones. "¡Sólo ven!"

Iván puso los ojos en blanco, sinceramente, ya estaba fastidiado de la engreída actutid de Alfred para con él. Supuso que su querida bebida esperaría más de lo que hubiera deseado.

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Oh, mierda. Sabía muy bien que no debería estar en aquella casa, pues, casi ninguno de sus habitantes lo deseaba metiéndome en su propiedad, a excepción del lindo y odioso girasol con el cual compartía clases y buenos besos. De hecho, los padres de Alfred estarían tan dichosos de que se fuera en un vuelo directo a su querida madre Rusia. Y, a pesar de que continuaba parado frente a la elegante puerta de color blanco, no dudaba en tocar el timbre y saber por qué fue llamado. Así hizo después de unos cuantos segundos y no le fue difícil percatarse de que el motivo del porque dejó su carro mal estacionado en una calles más adelante, lo estaba esperando ansioso detrás de la gruesa madera tallada, ya que, no tardó nada en abrir y permitirle el paso para por fin entrar. Una vez dentro, cerró enseguida. Iván estaba al tanto de lo muy entrometidos que llegaban a ser los vecinos de Alfred y lo cuidadoso que tenían que ser en la situación delicada que vivía con ese yanki.

Estaba seguro de lo muy tenso que se debía sentir con su mirada clavada en él, pero, ¿Cómo quitarla? Hace días que no se veían gracias a una discusión que empezaron al terminar las clases de literatura de ambos; algo simplemente absurdo, pero, eran aquellas cosas sin importancia que no los dejaban doblarse humildemente al amor. Era difícil ser el novio de alguien quien llegó a ser tu más duro rival.

Alfred aún no se dignaba a por fin pronunciar alguna palabla e Iván no pensaba soltar disculpa alguna, a menos de que él lo hiciera primero. ¿Por qué eran así? Se preguntaba en la pequeña divagación que tuvo en esos largos segundos. El ruso desde su lugar podía apreciar como el cuerpo de Alfred se veía realmente agitado, como si hubiera corrido alguna maratón; yacía apoyando su espalda en la puerta, mientras su mirada permanecía levemente baja y su entrecejo fruncido en tanto respiraba pesadamente; tal como si intentara recobrar la compostura. Algo debía ir mal, nunca había visto a Alfred tan serio. Estaba a nada de acercarse con cautela y rozar sus manos contra las mejillas del hombre más bajo, pero, lo detuvo los determinados ojos de Jones; estaban mirándolo fijamente, como si le exigieran algo.

"¿Sabes por qué te llamé?" cuéstionó, atropellando sus palabras contra el espeso silencio y rompiéndolo en el acto. Iván negó suavemente con la cabeza.

Y no continuó, Iván supuso que deseaba una respuesta clara, una que puediera escuchar. El ruso rodó sus ojos fastidiado y para después volverle a sostener la mirada enseguida.

"No, señor Jones. No tengo la más mínima idea."

Hubo otra larga pausa, en la que Alfred le indicó silenciosamente que debíamos ir a su cuarto para continuar la seca charla. Rápidamente se dirigieron hacia allá.

...

Lentamente, Alfred gateó por el leve espacio que lo separaba de Iván con una juguetona sonrisa; gesto que también poseía una pizca de sensualidad y a la vez bastante torpeza. Al momento de llegar hasta los límites de lo común, vaciló por un rato, mientras sus miradas sacaban partido a la vergüenza y se conectaban para así derretir el grueso hielo de color amatista con el fuego intenso de tonos azules. Jones siguió avanzando, rompiendo la burbuja en donde se alojó el eslavo desde que entró por el marco de la entrada. Fue acomodándose poco a poco sobre las piernas de Iván y aprovechando de envolver las propias en la cintura del mismo. Sin duda repartió besos ligeramente tímidos por los contornos del ruso, aunque, no fueron para nada un constraste a la situación; eran tiernos y cálidos, casi inocentes. Sin embargo, así es como Iván se va soltando cada vez más, haciéndose débil ante cada caricia, cada roce que le otorga aquel idiota que tanto lo confunde y amarra a él.

"Debo admitir que te extrañé." Comenta antes de devolverle la atención, besando la punta de la nariz del americano y ajustándose para que así ambos cuerpos encajen perfectamente, justo como debe ser.

"Iván." Susurro débilmente Alfred, dibujándo círculos invisibles en el abrigo del ruso. "No quiero que me extrañes más." Esta oración fue terminada con un dulce beso que fue correspondido con confusión.

"¿A qué te refieres?"

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⏰ Última actualización: Feb 01, 2019 ⏰

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