seca

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- debí matarte cuando tuve la oportunidad, todos mis planes se arruinaron por tu culpa. ¿Cómo pude ser tan estúpida? - me gritaba mientras sus ojos se inundaban de lágrimas - Pier Lunati, ¿tus últimas palabras?

- te... t... ¡¡Ahh!! - siento un terrible dolor en mi cabeza, me quema muy rápidamente - ¡¡duele!! - es insoportable -.

- ¡SUFICIENTE! - me golpea con el mango del revolver en la sien, siento como el mundo se duplica, la quemazón no se va pero vuelvo en mi, extraños sentimientos resurgen en un instante, el amor que sentía por Sabrina aparece, y lucha contra el rencor que siento en este momento - adiós Pier...

- te... Perdono. - no quiero decir esto pero lo siento - te perdono es que, una parte de mi me dice que te mate,  pero otra te permite destruirme y no estoy llorando por miedo a perder la vida es que esto ya no tiene sentido estoy muy confundido las horas de me hacen días, todo este tiempo espere encontrarte para que me des una respuesta o acabar contigo, y ahora que estás aquí en este instante... No puedo, no puedo odiarte aunque debería porque mi vida es un infierno, no se, no se ni quien soy, sólo se... Que te perdono. - así fue que note como mi lado fuerte era destruído por el frágil - adiós.

Una larga lágrima brota y cae en picada hacia el suelo, estrellándose, como mi vida este último momento.
Logre reconocer gran parte de todo lo que me rodeaba, pude hasta incluso por un instante recordar quien soy.
Aquí estoy de rodillas esperando ese tiro de gracia que pondrá punto final a esta historia, ya no siento el dolor, ya no siento nada, solo quiero que esto termine de una vez, no se si deba mirar pero levanto la mirada buscando el cañon del arma no lo encuentro y quedó sorprendido al ver que ese mismo estaba en la pera de Sabrina.

- ¿que...? - creo que fue lo único que pude decir ante esta situación tan complicada -

- no eres el único que tiene problemas sabes, siento mucho haberte metido en todo esto sólo quería ayudar al mundo, y lo estaba haciendo hasta que ví el mío  desmoronarse frente a mis ojos, tu. - sus lágrimas humedecen sus mejillas, la mano le tiembla y la voz se le quiebra - estoy cansada.

- ¡SABRINA NO! - de un salto golpeó su brazo y ella suelta el arma, la cual cae al suelo - tiene que haber una solución solo mírame - le digo mientras sostengo suavemente si rostro con mis manos, ese momento se ollé que alguien abre la puerta -

Sabrina se abalanza sobre el arma y en un acto de desconfianza también lo hago ambos caímos al suelo y nos paramos casi de inmediato, los dos tomamos el arma con las manos y forcejeamos no quería saber qué pretendía hacer con el revolver, cientos de farmacos líquidos caen al suelo.
A pesar de haberme rendido hace unos minutos no podía darme el lujo de hacerlo nuevamente así que peleo, los pasos son cada vez más rápidos alguien se acerca nos van a descubrir, Sabrina y yo peleamos por el poder del arma, un disparo sale del cañon y ensordece la habitación, al final del pasillo de góndolas lo vemos a Damir con una mano ensangrentada sobre su pecho, no tarde en reaccionar cuando note que el arma asesina estaba en mi mano.

- te... miente... - fueron sus últimas palabras y la observó a ella desde adentro se escuchan los murmullos de la gente que escucho el disparo-.

Su cara no era de alguien  asustada, parece estar feliz, liberada, quizás ese es su verdadero rostro, no puedo creer que me comí tan tremendo acto según mis conclusiones.

- tu psicología barata no funcionara conmigo, ¿creés que soy estúpido? - casi instantáneamente un odio se apoderó de mí y ardió al momento todos los sentimientos que reviví hasta este instante - me convertiste en un asesino lo pagarás - le apunto a la cara -.

- no me arrepiento de nada - su odio era mayor al mío pero yo tenía el revolver en mis manos - vas a disparar ¿o qué?

- ¡¿QUIÉN ANDA AHÍ?! - Se escucho desde afuera debo hacer algo pronto estoy muy jugado - ¡CONTESTE! - pienso pero no se me ocurre nada-.

- perdiste - me dice con una sonrisa en su rostro y una risa asquerosa llena de Victoria, pero eso se termina aquí y ahora-.

Bajo mi mano armada y apuntando a su tórax le disparó, veo sus ojos abrirse casi saliendo de sus órbitas, luego me disparó en el vacío rogando de no tocar ningún órgano importante. El de impacto que me generó el disparo es impresionante, acto seguido tomo el arma la limpio con mis prendas, un la colocó en la mano muerta de Damir, me las ingenio para imitar el accionar de los disparos, para que la memoria muscular no sea reconocida por los forenses. espero tener éxito.
Bajan la puerta los oficiales del hospital y se encuentran con todo el lío me observan a mi y notan quien soy que estoy herido y escuchan mi relato:

- este hombre está enfermo, planeo mi muerte, me secuestro en un rancho cerca de aquí mato a una persona, me obligó a entrar como enfermero a robar medicamentos - pretendía parecer aterrorizado debía ser absolutamente creíble - ella es mi esposa la encontré de casualidad le disparó, oficial la mato luego me disparó y se disparó el mismo.

- es el mismo sujeto que intento ingresar el otro día lleven a este hombre a la sala de emergencias, tenemos dos cuerpos sin vida - fue lo que oí del oficial y respire aliviado, en mi mente por supuesto, estaba asustado para el resto-.

3 DÍAS DESPUÉS

Por suerte hoy me dan el alta, al menos me dejan fumar aquí adentro, no fue posible evitar las preguntas de los detectives espero haberlas respondido bien, tampoco fue posible evitar a la prensa "PIER EL ENFERMERO QUE NUNCA MURIÓ", no siento remordimiento alguno, ni por el guardia del psiquiátrico, ni por el psiquiátrico, ni Melissa, Ramón, Damir... Sabrina los olvido inevitablemente, los malos recuerdos de eso hablo, los doctores me diagnosticaron un tipo de Alzheimer invertido, o fugaz, creen que pudo ser producto de algún golpe o estrés pos traumático, claro que si.
Todo esto que pasó, las muertes, los enredos, los sentimientos encontrados me dijeron algo, algo que me marca para toda la vida

- a veces es una respuesta apropiada volverse loco ante esta realidad.









FIN.

PIERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora