Quiero todo contigo

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Había tenido un día difícil... la misión había fallado, se habían movilizado muy lejos del santuario para nada, sólo hallando un enemigo...

Su amigo estaba herido, no fue buena idea de su diosa llevar a los aprendices porque se asustaron al ver un espectro y lo atacaron sin razón... su poder era muy superior al de esos chicos y los habría matado sino hubiese sido por Camus, que se interpuso recibiendo el ataque de lleno en su espalda... malherido, fue traído al santuario y su poderío mermó. Debió pelear solo hasta que llegaron los caballeros de Géminis y Virgo y así acabaron con la amenaza.

Volvieron cansados, Shaka había atrapado al espectro y se debía presentar ante Athena mientras él volvía a su templo a descansar... luego iría a ver cómo se encontraba el acuariano. Era su amigo, le tenía un gran aprecio al menor, mucho más que eso y si se hallaba mejor, tal vez compartirían un buen momento hasta pasar el resto del día.

Con gran pesar descubrió que las heridas de Acuario eran más severas de lo pensado y le habían trasladado al hospital local...

Se duchó, se puso una bata y comenzó a preparar su cena.

Unos golpes en la entrada le avisaron del paso del caballero de Sagitario, su amigo del alma, Aioros...

-Buenas tardes caballero... podría pasar un momento a dialogar contigo?

-Claro que sí, Aioros... no deseo estar solo... te invito a cenar?

-Será un placer... traeré un vino que tengo guardado para ocasiones especiales...

Una sonrisa tonta se instaló en el rostro de Shura y preguntó -¿y qué celebramos?

-Nuestra amistad! No es suficiente?

-Claro que sí!!- respondió avergonzado

-Entonces espérame que al rato vuelvo...

Sólo asintió y al quedarse solo se sentó en su cómodo sillón pensando en el dueño del onceavo templo...

¿Cómo estaría? Le preocupaba mucho, el ataque había golpeado de lleno su espalda... la espalda...

Su mente voló a bastante tiempo atrás cuando sin querer, lo vio bañándose en el lago... allí las aguas eran casi heladas por lo que ningún hombre en su sano juicio se metía por ahí; pero él sí, Camus lo hacía y Shura, que buscaba soledad, se encontró a sí mismo soñando despierto mientras veía al serio mago del hielo, nadar y jugar con su cabello en la cascada como Dios lo trajo al mundo...

Ese cuerpo delgado, perfectamente definido y de apariencia frágil, con toda la gracia de sus dieciocho años, lo hacía soñar despierto, le provocaba, lo asfixiaba... deseaba hacerse notar, seducirlo, tomarlo... pero no... ese niño de hermosos ojos violaceos y largos cabellos aguamarina, lo respetaba como nadie; le confiaba sus sentimientos hacia el caballero de Géminis, su amor imposible... ¿ cómo podía dañar a un ángel?

Volvió a la realidad con el rostro ensombrecido, una apesadumbrada mente y una evidente erección. Eso le provocaba Camus cada vez que recordaba esa noche en el lago...

Se dirigió al sanitario y allí estaba, atendiendo sus necesidades, cuando Aioros regresó y escuchó los gemidos que provenían del interior del templo.
Se acercó con cautela y vio a Shura apoyado en la pared de la ducha, autocomplaciéndose y llamando al Acuario...

Un dolor fuerte se instaló en su pecho y se dispuso a marchar, cuando le escuchó susurrar: -¿Por qué no puedes amarme?- le oyó sollozar y su frustración se transformó en rabia...

No, Shura no lloraría por su amor no correspondido... no en ese momento, no ese día, no si él podía evitarlo...

Sin decir una palabra entró al recinto, provocando la vergüenza del otro que le volvió la espalda para que no lo viera...

Algo... todo... por siempre...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora