5 -Alguien más...

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~7 años después...~


Llevaba 7 años de casado con su hermoso y frágil peli-rosa. Los años los habían enamorado aún más, como al mismo tiempo los lleno de confianza entre ellos. Se habían mudado a Tokio para cursar la universidad.

Sawamura había obtenido una beca en su segunda pasión y que siempre le había llamado la atención, después del béisbol; la gastronomía. Al principio pensó en rechazar la oferta, desconocía lo que sus padres esperaban de él en ese sentido y la verdad no le importaba, sin embargo, no era igual con Haruichi, sabía que su esposo deseaba ir a la universidad local para convertirse en profesor en una guardería, y no quería ser él quien lo alejara de su sueño. Planeaba entrar a la universidad local y estudiar lo primero que pudiera.

Grande fue su sorpresa cuando el peli-rosa escucho una plática de él y del profesor que le otorgaba la beca, y le pido demandantemente que aceptara la oportunidad, cuando él quiso negarse de nuevo por que significaría una separación, Haruichi le informo que también iría a Tokio y estudiaría en una universidad cerca de la suya. Fue uno de los mejores momentos de su corta vida. A la semana se lo comunicaron a su familia, y aunque al principio Rei se negaba a dejar a sus dos hijos irse, cedió al ver la determinación de la pareja. Sus padres los ayudaron a conseguir un departamento en el cual vivieron los años que estudiaron.

Al graduarse de la universidad ya habían conseguido trabajo, por lo que regresar a Nagano no fue una opción. Eijun se encontraba trabajando en un restaurante perteneciente al profesor que le había dado la beca; Masuko Tooru. Por su parte Kominato a mitad de su carrera había comenzado un trabajo de medio tiempo en una guardería, lugar donde comenzó a trabajar de tiempo completo al graduarse.

Una vez graduados y con trabajos excelentes, comenzaron a planear comprar una casa. Deseo que se cumplió, después de un año. La dueña de la guardería donde trabajaba Haruichi falleció tiempo después heredándole el lugar al peli-rosa. La señora no tenía hijos o familiares cercanos, por lo que decidió dejarle su mayor tesoro a la persona a la cual le tomo mucho cariño durante esos años en que lo conoció y sabía que cuidaría del lugar como ella lo haría. El pequeño se sentía honrado por la confianza y le prometió a su amada jefa que haría todo lo posible por mantener la guardería funcionando.

Eijun no se quedó atrás y en cuanto vio que le era posible, decidió independizarse y poner su propio restaurante, cerca de la guardería de su esposo. Sabía que sería difícil tener su propio negocio por lo que fue paciente -algo que no tenía-, y al final vio resultados. Su restaurante actualmente era uno de los mejores de la ciudad, por lo que había crecido.

Ninguno de los dos podía quejarse del rumbo que había tenido su vida, porque en verdad disfrutaban de ella, pero sobre todo eran felices por tenerse uno al otro.

— ¡Tadaima! -exclamo Eijun entrando a su casa.

Al no escuchar respuesta de su esposo, se extrañó, Haru siempre le daba la bienvenida con una gran sonrisa y un beso, incluso cuando era su turno de hacer la cena, al llegar ya estaba hecha.

— ¿Haru? -llamo de nuevo, pero no hubo contestación.

Al adentrarse a la sala lo vio acostado en el sillón durmiendo pacíficamente. Sonrió, su esposo era increíblemente adorable y con los pasos de los años no había cambiado, a su pensar se había hecho más hermoso, por lo que le daban celos cuando lo miraban los demás hombres.

Se acercó a paso lento para observar cada detalle del rostro del peli-rosa, su flequillo caía hacia un lado por lo que sus ojos cerrados eran visibles. A petición de él, el pequeño Kominato mantenía aun su peinado de siempre, ocultando sus ojos con el flequillo, sabía que era egoísta, pero le fascinaba la idea de ser de las pocas personas o incluso el único, que viera aquellos hermosos ojos que poseía su amado.

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