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Me llamo Peter, no soy un humano, ni estoy vivo.

Soy un Ángel caído, soy el todo y la nada, infinito. Pero hasta el ser con la más absoluta perfección defrauda al destino, recibiendo así la mano implacable de redimirse, y cumplir condena por sus errores.

Hace mucho que vago por este lugar llamado tierra esperando que me dejen volver a casa, a mi hogar. Poder volver a verlo todo desde mi percepción, las alturas siempre te dan todos los puntos de vista, mientras que aquí te encierran solo en uno impuesto por la mayoría.

Quiero salir de este horrible lugar que se rige por la mortalidad, y aunque yo no pueda morir, para mi es exhausto y pesado ver por siempre el mismo pesar, la misma tristeza de los demás día a día, y no me sentimentalmente ello, solo que es aburrido.

He estado aquí por centenares de años y de lo único de lo que se pueden sentir orgullosos es de tener amor. De donde yo vengo no hay de eso, y aunque por estar aquí se supone que puedo sentirlo, jamás me ha ocurrido. En cambio si he sentido dolor, asco, rabia, incluso una vez creo que llegue a ser feliz, pero la guerra se llevó ese sentimiento y jamás ha vuelto.

En estos momentos estoy entrando en una cafetería, es un asco esto de tener las necesidades humanas, tener que comer, dormir y demás cosas innecesarias, que lo único que les hacen es perder el tiempo que podrían usar en otras cosas que les servirían más.

Alas rotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora