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Caminar por las noches siempre le ayudaba a pensar.

O por lo menos a litigar un poco del dolor que sentía día a día. Aunque siempre era lo mismo :

Llevar siempre una sonrisa pintada en su rostro, fingir ante el mundo una felicidad y tranquilidad vigorizante que por lo general tenían los individuos de su edad.

Una felicidad que no sentía en lo absoluto.

Nadie o casi nadie conoce su dolor ni las penas que pasa día a día. Puede ser por el simple hecho de que no tenía con quien desahogarse...

O porque prefería guardar sus problemas  para si mismo. Sin que nadie más que él sepa por lo que está pasando.

Y las noches lo ayudaban a aliviar un poco de esa carga interna. Ya no sentía tanta pesadez al respirar y se dejaba endulzar por los ruidos de la noche, la hermosa sinfonía de la calma y el silencio.

La brisa nocturna impactaba con su rostro y hacia que sus cabellos se alborotaran ligeramente. Aquello le daba la sensación de libertad que tanto necesitaba

El firmamento, que la mayor parte del día era de un azul celeste, se encontraba sumido en una total oscuridad, acompañada por un manto de estrellas que le hacían sentir que el  mismísimo espacio exterior estaba a un palmo de distancia y casi que podías alzar las manos y tocar una de ellas.

Aquello era el paraíso para él, mayormente aquella soledad lo hacía soñar despierto y se permitía imaginar un mundo donde él fuera feliz y que todas las preocupaciones y complejos que lo atormentaban todos los días no fueran más que un mal sueño o  cosa del pasado.

Él se imaginada caminando tranquilamente descalzo por la playa, porque así vienen los sueños, descalzos y despeinados a ninguna parte ; se imaginaba disfrutando del hermoso atardecer y de los últimos rayos del sol reflejarse en la cristalina agua de mar, y ver por un momento su rostro reflejado en ella y notar que la sonrisa que adornaba su cara, era una de las más reales y sinceras que nunca tuvo.

Pero no era así.

Sabía que debía dejar de soñar despierto con cosas que nunca pasarían.

Pero no podía. Nunca podría dejar de soñar.

Pero de algo sí estaba seguro, y era que lucharía por conseguir aquella felicidad que su corazón gritaba desesperado por obtener. Hasta su último aliento lucharía.

Sabia que el camino no es y no  será fácil

Pero él sabe...

Que este dolor, su dolor, le servirán de algo.


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Algún día este dolor me será útil Donde viven las historias. Descúbrelo ahora