Parte 1

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- vamos, vamos. Ya es hora.
Una tierna voz me saco de mis pensamientos.
Con pesadez vi mi reloj y me di cuenta que faltaban 5 minutos para las 5 de la tarde.
- oye aún faltan cinco minutos. No seas ansiosa.
- pero lo quiero ya, ya.
Mientras decía eso una chica de cabello castaño levanto su cabeza de mi regazo y haciendo otro puchero me dijo:
- pero lo quiero ahora.
- bueno, solo porque eres tú
Al decir eso saque una navaja y me corte la mano. En ese momento gotas color carmesí comenzaron a salir desde el lugar por donde había pasado la navaja.
- toma aquí está…
- gracias. Tu sangre es la mejor de todas…
Vi como la chica tomaba mi sangre poco a poco con una expresión contenta
Luego de que terminara de succionar mi sangre se volvió a recostar en mi regazo y así nos quedamos por un tiempo
Al ver la parte de atrás de su cabeza mi instinto protector se activó y comencé a rascarse la
Ella por su parte se estremeció y rozó su nariz en mi pantalón
Esa acción me hizo acordar a un gatito retozando sobre el tejado
Fue algo tierno a mí parecer
Después mire hacia el horizonte. Y vi que el sol ya se estaba ocultando lo cual creaba un hermoso atardecer
Y pintaba las olas del mar de un color rojizo precioso.
Pero nada es para siempre, en especial el tiempo. Y con las horas ya pasadas tuvimos que regresar a nuestra realidad.
- oye despierta.
- no me molestes por favor
- ya es tarde.
- solo déjame estar un momento más por favor.
- ya hemos estado bastante tiempo aquí. ¡VÁMONOS YA!
Cuando alce la voz ella se levantó de inmediato
- Lo... Lo siento no era mi intención...
- sí, lo es también fue mi culpa.
Ella dijo eso con una voz apagada, como si quisiera llorar
- no, de verdad perdóname
- está bien, no te preocupes.
Cuando dejo esto ella se paró y sin mirarme se dio la vuelta y comenzó a caminar con dirección a la ciudad.
Yo la seguí lentamente. No le hable en todo el camino. No pude hacerlo tenía miedo, miedo de herirla otra vez. Miedo de perderla, que se fuera y que nunca más regresara. Miedo simple y llano miedo.
Luego de caminar unas cuadras nos despedimos en silencio.
Ella seguía con la mirada baja y yo con culpa
Aun así no me atreví a decirle nada
Subí las escaleras del edificio en donde vivía con pesadez hasta llegar a mi "casa"
Al meter la llave en el picaporte me di cuenta de que la puerta estaba abierta y había bulla en dentro

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