Había pasado de nuevo, aunque a este punto ya no le sorprendía a Doyoung en lo más mínimo.
Allí estaba Jungwoo, cerrando la puerta principal con sumo cuidado, dándole la espalda, como clara señal de que estaba llorando, o lo había estado mientras regresaba a casa. Al principio lo había logrado engañar y, para el momento que se había dado cuenta de que su mejor amigo estaba llorando, éste ya se había encerrado en su habitación y no salía de allí hasta el día siguiente.
A este punto ya había perdido la cuenta de las veces que esto había pasado, en especial porque siempre era por la misma razón, por el mismo idiota.
—Woo —lo llamó desde el sillón con voz suave y, cuando no recibió respuesta, se levantó y no dudó en abrazar a su amigo. Acarició su cabello y su espalda, sintiendo de inmediato que su camisa comenzaba a mojarse, debido a las lágrimas del menor. Suspiró pesadamente. Estaba harto de que esto pasara—. ¿Qué hizo esta vez?
Jungwoo tardó varios segundos en responder; se limitaba a aferrarse a su mejor amigo, buscando consuelo.
—Me acusó de engañarlo... —si Doyoung no le hubiese estado prestando toda su atención, no había escuchado lo que el menor había dicho.
—¿De nuevo? —sintió cómo el enojo comenzaba a subir por su estómago.
El menor se separó un poco del abrazo para poder hablar mejor.
—Me vio hablando con Jaehyun en la biblioteca e intenté explicarle que teníamos que hacer un trabajo juntos, pero no quiso escucharme.
Doyoung suspiró pesadamente e intentó calmarse. ¿Cómo podía ese tipo ser tan iluso? Jungwoo sería incapaz de hacer algo así. Quería salir e ir a golpear a ese imbécil. Sabía dónde vivía, así que sería fácil, pero ahora tenía que quedarse y consolar a su mejor amigo.
—Me gritó frente a todas las demás personas que estaban en el restaurante. Ni siquiera le importó que nos vieran y que lo escucharan gritarme todo tipo de cosas... —negó, manteniendo su cabeza baja—. Cuando le dije que bajara la voz, sólo me arrastró fuera del lugar y me siguió gritando.
—¿Por qué dejas que te trate así? Lucas no tiene ningún derecho de hacer eso, sin importar lo enojado que esté por cosas que ni siquiera son verdad —no quería hablarle así a Jungwoo, en especial ahora que se veía tan frágil, pero de verdad le molestaba que su novio lo tratara como cualquier cosa, menos como su pareja. No era la primera vez que le gritaba por cualquier estupidez y lo hacía llorar.
Y le molestaba sobremanera que acusara a Jungwoo de engañarlo, porque él era quien lo hacía.
Doyoung no quiso pensar en el momento que había visto a ese imbécil de la mano de otro chico, escuálido, con cejas extrañas y risa molesta. Nunca entendió cómo es que podía ver a alguien más, cuando Jungwoo lo tenía todo: era amable, con un gran corazón, amigable, sincero, hermoso por dentro y por fuera. Lucas no lo merecía. De verdad no merecía estar con alguien tan perfecto como Jungwoo. Claro, él tampoco se sentía digno de estar con alguien como él, pero al menos lo amaría con cada célula de su cuerpo, le daría todo el amor y el cariño que se merecía, algo que claramente Lucas no se dignaba a hacer. Lo único que sabía hacer era lastimar a Jungwoo y hacerlo llorar, para luego aparecer en su apartamento, con un regalo exuberante y estúpido, pidiendo perdón, como si pudiera comprar el perdón del chico.
Aunque, al parecer, sí podía, porque Jungwoo de inmediato lo perdonaba, a pesar de que Doyoung constantemente le decía que no lo hiciera.
Quizás si supiera que lo estaba engañando, por fin dejaría de hablarle. Pero no podía hacerlo, no podía decirle porque, a pesar de que Lucas lo hacía llorar, también lo hacía inmensamente feliz. Nunca lo había visto más feliz que cuando estaba con ese imbécil, y no quería arruinarlo. Si Jungwoo era feliz, él también era feliz, aunque le matara por dentro.