Estoy encerrada en una habitación pequeña, llena de cojines y luces color rojo, todo es muy oscuro y no puedo saber qué hay afuera, no hay una sola ventana... la habitación es negra, de ladrillo y el único adorno que veo son grilletes, tres por cada pared a excepción de esa pared a mi derecha, donde hay una puerta de apenas metro y medio de altura, parece ser lo bastante gruesa para encerrar mis gritos... el silencio es todo lo que escucho... no sé dónde estoy.
Siento un sueño muy pesado, me siento en extremo débil, creo que me voy a desma...
Siento que algo me lastima... pero qué
-Ah... eres tan hermosa... Isabela... eres mía
-*grito* Aaaaaaah suélteme, ayuda *grito* noo, por favor no... *llanto*Quién es éste hombre y por qué me está metiendo su pene, duele... no lo soporto...
-alto...
Parece que ha terminado... estoy toda llena de su mierda... me siento tan repugnante...
-¿Por qué lloras Isabela...? Nunca habías llorado
-¿Quién diablos eres y por qué me haces esto?
-No comprendo tu ira, una ninfómana tan sádica como tú no debería estar tan asustada...Por un momento me quedé estupefacta y me percaté de algo importante... con terror me atreví a formular una sóla pregunta
- ¿Quién soy?
El sujeto me miró como si fuese una estúpida, se echó atrás y me cogió el rostro, me golpeó con fuerza y me recogió del cabello.
Seguido se acercó a buscar algo entre sus cosas y sacó un trozo de cuero con algo así como un agujero duro, tomó mi mentón y a la fuerza me lo puso en la boca. El artefacto me dejaba con la boca abierta y acto seguido me metió el pene hasta el fondo de mi garganta, casi ahogada después de unos minutos me llenó la garganta de semen, estuve a punto de vomitar pero algo que no pude comprender en aquél entonces me hizo sentir un pequeño gusto en su sabor.-jajajajajajaja oh querida, temía que ese golpe te dejase más que un chichón
Al escuchar ésto llevé mis manos a pocos centímetros de mi cabeza, pero los grilletes me detuvieron.
-Verás, tú mataste a una niña Isabela - de inmediato mi piel se puso fría - la seguiste durante la noche, le cortaste la garganta y luego, con un palo viejo lleno de clavos oxidados, la violaste hasta que sus entrañas se salían.
Por algún motivo al escuchar el relato mi miedo se hizo calma y una pequeña y casi inaudible risa salió en aquél silencio
-Te estaban buscando en las noticias dando un estado de alerta policial en el que anunciaban que un asesino estaba suelto y fue entonces cuando escuché algo que caía en mi puerta, así que con cuidado me acerqué y eché un vistazo, cuando abrí vi tu cuerpo lleno de sangre, en tu cabeza un golpe enorme y en tu mano el arma que usaste para penetrar a tu víctima. Estuve a punto de llamar a la policía pero... vi tu rostro débil y solitario, como un ángel que estaba herido... así que te amarré, desnudé y limpié, luego llené con cojines un cuarto viejo que utilizaba mi abuelo para sus fotografías, saqué todo lo que no servía y compré unos grilletes en una tienda de juguetes sexuales, te encerré y dejé dormir.
Llevas alrededor de dos días durmiendo y siempre he venido a verte, pero las últimas visitas han sido tortuosas, quería saber qué sentías tú al penetrar aquella chiquilla, así que después de pensarlo te metí la verga cuantas veces quise, pero nunca dijiste nada y sólo chillabas entre gemidos, así que supuse te gustaba.
Tras aquél relato me sentí culpable por matar aquella desconocida, pero algo dentro de mí me decía que éste hombre no mentía, aunque no recordaba mi nombre, ni quién era, alcanzaba a recordar una sensación única, un placer inexplicable que seguramente la sangre podía ofrecer. Me quedé en silencio por un momento, analicé la situación.