Dalia (o Las Luciernagas Azules)

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Recuerdas ese amor perdido de ya hace tiempo ¿Sientes el tacto de sus manos?, ¿El calor de la mirada infante, audaz y brillante?, ¿Unos labios apenas besados, como una flor que nace después del invierno? ¿Cuál era su nombre? No puedes recordarlo.

Te quedas en casa, miras por la ventana con la taza de café en tu mano izquierda. ¿Qué miras? ¿La calle mojada y fría? ¿La tierra húmeda, sin embargo, muerta? ¿Las nubes difuminadas en el cielo? No es el cielo que antes mirabas, no es la calle que tantas veces recorriste ni son tus pies los mismos que lo anduvieron.

El café toca tus labios, quema tu boca y deleita tus pupilas. Cierras los ojos, piensas "el tiempo apenas ha pasado, no tiene por qué preocuparme". ¿Qué edad tienes? No has llegado ni a los treinta.

Dices "A la mierda", tomas un baño, vistes una camisa y te rasuras el vello al que llamas barba. Agarras tus llaves y sacas de la caja de cereal que guardas en la alacena algunos billetes. Sales de tu departamento y en la calle húmeda enciendes un cigarro.

La vida se escapa en cada exhalación, como el humo de tu boca, como las cenizas que se lleva el viento. Si la vida es ceniza y el tiempo es viento, y las cenizas no van a ningún lado ¿A dónde vamos?

Recuerdas su nombre, en el humo lo vas dibujando. Te preguntaras que le habrá pasado, como la vida la ha tratado, los labios que la han besado y los corazones que la han amado. Lo has decidido sin saberlo, caminas a toda prisa, recorres las calles que por años has olvidado y vuelves a esas paredes. "Eran de otros colores, no hay luz en estas ventanas" Puedes verte tocando la puerta, saludando a su madre y cuidándote de su perro. Hoy no saldrá su madre a recibirte, el perro es solo un recuerdo. Tocas la puerta. Lo sabes, lo sabes y lo niegas. Sale un hombre ya cansado.

-Disculpe, ¿en esta casa vive Dalia?

- ¿Dalia?

- Si

-No conozco a nadie con ese nombre

- Aquí vivía ella y su familia

- Vivo aquí hace diez años, no se de quien me habla.

"Quizá esta no es la casa. Quizá no es la calle". Perdido, como en tierras extranjeras. Caminas por las calles vecinas, no encuentras nada.



-Cierra los ojos.

Tus latidos te dejan sordo, tu mano toca la suya, sientes su respiración cálida acercarse, sientes como se estremece, como sus latidos la dejan sorda, como tu respiración toca su piel, ya nadie respira, un beso detiene el corazón, las manos tiemblan.

Los labios, inexpertos, se separan. Abres los ojos, miras su tez sonrojada. Ella no alza la mirada, no entiendes que pasa.

-Dalia

Como un suspiro, sin apenas ser visto, vino un segundo beso. "Podría morir en sus labios".



El Sol corre y se oculta como siempre, los días pasan y se olvidan, porque no hay motivo para recordarlos.

Te miraré y notaré en ti algo extraño. La miraba perdida pero brillante, como si recordaras un sueño imposible. Servirás café como siempre, mirarás a los clientes con tu sonrisa ya ensayada, y así pasaran los días, las tardes, los aromas, y Dalia se quedará en tu vida.

Un día saldrás del trabajo y no irás a casa. Te subirás a tu auto, empolvado de tan poco que lo usas, y andarás la carretera. Dejarás atrás el paisaje urbano y el aire apenas con oxígeno. Entraras a aquel horizonte de pasto largo, montañas embarazadas y casas huérfanas. Encontraras la que buscabas. Tocarás la puerta y ella mirará tus ojos, su corazón cansado se hará joven solo con verte. Te recibirá con un abrazo y te invitará a pasar. Te dirá que te extrañaba y hace mucho que no la visitabas.

Dalia o Las Luciérnagas AzulesWhere stories live. Discover now