Capítulo 4: ¡Selfie!

76 4 0
                                    

A las cinco y media de la tarde llegamos a nuestro destino.

Elegimos un camping que había en un pequeño pueblo costero a las afueras de Barcelona, ya que era prácticamente imposible circular por plena ciudad con una caravana como la nuestra, y enseguida comenzamos a acomodarnos.

Había muchas caravanas en el camping, y de ellas salían gente de todo tipo: desde familias enteras hasta personas con pinta de hippie.

Lo bueno del camping era que tenía baños con duchas, así que de momento no tendríamos que usar el baño de la caravana.

Ninguna lo había dicho en voz alta, pero vivíamos con miedo a que se nos atascara el baño o le sucediera alguna avería. Sin duda no sería una experiencia muy agradable el tener que arreglarlo.

Fuimos a un tablón de anuncios que tenía el camping a la entrada para buscar cómo podríamos ir a Barcelona.

El alquilar un coche nos pareció un poco caro, así que, al menos para el primer día, decidimos usar un alquiler de bicicletas bastante económico en el que ibas por una ruta guiada hasta llegar a tu destino.

Volvimos hacia nuestra gran caravana plateada, que estaba situada a unos metros de una verde bastante grande también, y Abril sacó su móvil y gritó:

-¡Selfie!

Las tres posamos ante la cámara frontal de su móvil con nuestra caravana de fondo, pero justo entonces se oyó una voz cantarina gritar:

-¿Sí?

Las tres nos dimos la vuelta extrañadas, y vimos a una chica rubia de ojos azules bastante delgadita corriendo hacia nosotras.

Iba sonriendo, y llevaba un pequeño sombrero de paja con una cinta rosa que se sujetaba con la mano, para que no le saliera volando en su carrera.

Cuando llegó hasta nosotras, se paró y se nos quedó mirando, a la espera de algo.

-Eeeh... ¿Hola?-dijo Zaire.

-¡Hola!

La chica se quedó ahí pasmada mirándonos con su eterna sonrisa.

Hubo un incómodo silencio hasta que Abril preguntó:

-¿Quién eres y por qué has venido?-Quizás sonó un tanto borde, pero así era el carácter de Abril, al principio podía resultar borde y desconfiada, pero cuando la conocías te dabas cuenta de que era una buena persona.

Zaire, por el contrario, era muy tímida y dulce, y sus grandes ojos verde pistacho y la infinidad de pequitas que cubrían su nariz, la daban un aspecto todavía más aniñado. Aún así, en cuanto entraba en confianza, todo rastro de timidez desaparecía.

-Bueno, me habéis llamado, ¿no?-La chica rubia seguía mirándonos sonriente, y comenzó a alisarse la extravagante falda del vestido rosa pastel que llevaba.

-Oh, creo que te has debido de confundir.-dijo Zaire dando un paso al frente.

La verdad es que no entendía nada, no recordaba que la hubiésemos llamado, a no ser que...

-Un momento...-La chica del sombrerito se giró hacia mí y me miró agrandando mucho los ojos.-¿Te llamas Selfie?

Dije eso último remarcando mucho el nombre. Decirlo en voz alta había sonado incluso más patético que pensarlo. Madre mía, acababa de hacer el ridículo de una forma espantosa, y seguro que...

-¡Pues claro! ¡Yo soy Selfie! ¡Selfie Esquivel!

La chica comenzó a reírse de forma insistente y sin saber qué hacer comencé a reírme también.

Locuras de una noche de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora