*Narra Aïda*
Me despierto al notar que alguien me sacude. Abro los ojos perezosamente. Cómo no, ahí estaba, como todos los días, mi "genial" hermana Paula.
Paula: -Dormilonaaaa despiertaaaaaaaa- grita entusiasmada- ¡Que nos quedan solo dos días!
Yo: -Déjame en paz, quiero dormir, a ver como lo entiendes- digo, molesta; apartando su brazo de mi hombro.
Paula me quita la sábana con la que me estoy tapando y se va corriendo. Yo me levanto de un salto, dispuesta a pillarla.
Yo: -¡¡¡Mamaaaaa dileee a Paulaa que me de la sábanaaaaa!!!- grito por toda la casa, desesperada.
Cuando ya casi la he alcanzado mi padre, John, sale de su cuarto, bastante cabreado.
John: -SE PUEDE SABER QUE SON ESTOS GRITOS TAN TEMPRANO??!!-.
Paula y yo nos miramos. Como en un acto instintivo, me da rápidamente la sábana y huye a la habitación. Le sonrío a mi padre y me voy tras ella.
Entro en mi cuarto y dejo la sábana enfadada sobre la cama mientras mi hermana se ríe. Voy corriendo hacia ella, la empujo y cae encima de la cama mientras yo me dedico a hacerle cosquillas sin parar.
De repente escucho una voz proveniente de la cocina llamándonos. Nos damos cuenta de que es nuestra madre, Mary, y enseguida paramos.
Mary:-Chicasss bajad a desayunar ahora mismo!!!Si no llegaréis tarde!!!!
Nos vestimos rápidamente y bajamos corriendo.
Miramos el reloj de la cocina. Faltaban dos minutos para que el autobús que pasaría a recogernos para ir al instituto llegara. Así que cogimos el desayuno y nos fuimos a la parada, a esperar. Aunque más bien nos tuvieron que esperar a nosotras.