Epílogo.

2.9K 327 185
                                    

En el campamento;

La profesora Diana explicaba a sus alumnos la dinámica del campamento. Aunque cierto castaño realmente no tenía ganas con ninguna de las actividades que escuchaba.

Sólo podía concentrarse en mirar al rizado que estaba frente a él, cerca de Julieta y Juan Pablo, prestando atención a Diana.

Habían pasado tantas cosas en tan poco tiempo, el castaño repasaba cada suceso que pasó en su vida. Recordó lo mucho que extrañaba al rizado. Y lo mucho que lo quería.

—¡Qué se diviertan! —gritó Diana y todos celebraron. Excepto él.

Diego miró a su amigo. —Vamos Temo, no te amargues tu sólo la despedida de secundaria. Diviértete.

Temo miró de vuelta a su amigo y sonrió levemente antes de asentir.

—Tienes razón, esto es único. —siguió al ojiverde hacia la tienda de campaña que les correspondía. Dejaron sus cosas junto con las calcomanías y Pancho.

—Bueno familia y Diegochas Popochas, vamos a disfrutar estos días este campamento. ¿O no hijos? —Pancho mostraba una sonrisa mirando a sus hijos y a Diego.

—¡Si Papancho! —las calcomanías gritaron a la par.

Temo miró a Diego, quien asintió sonriendo. No pudo negarse, asintió de igual manera.

La tarde se basó en actividades entre compañeros y familia, haciendo del campamento un ambiente realmente entretenido. El castaño se había distraído respecto al tema de cierto que rizado. La profesora Diana organizó una actividad en parejas; jalar la cuerda.

Temo y Diego acordaron quedarse juntos, y se prepararon para jugar. Esperaban saber que pareja competiría contra ellos. El castaño u el ojiverde se sorprendieron al observar a Aristóteles y otro compañero pararse frente a ellos y tomar la cuerda. Temo intentó tranquilizarse ya que la mirada del rizado no ayudaba en nada. Diego miró a su amigo y le dio a entender con la mirada que todo estaba bien.

El juego comenzó y ambas parejas empezaron a jalar las cuerdas buscando la victoria. Diego jaló con fuerza la cuerda, ocasionando que Aristóteles cayera al charco que ahí se encontraba. El castaño no pudo evitar sentirse culpable al mismo tiempo que su amigo festejaba.

—¡Ari, ¿Estás bien?!— Temo extendió su mano para ayudar al contrario, pero este sólo dio un manotazo al tiempo que se levantaba y se marchaba de ahí.

—Temo, déjalo. —mencionó Diego cuando observó que Temo quería seguir al rizado.

—Me iré a caminar un rato, su actitud me ofendió muchísimo —mencionó el castaño, dando me dia vuelta y caminando hacia el lado contrario.




Mientras eso ocurría, cierto par de chicos traían en sus manos algunos fuegos artificiales que habían robado recientemente de donde se resguardaban.

—Zac, ¿Donde los vamos a poner? —menciono el pelinegro, entrando a una tienda de campaña ajena a la suya. Específicamente, la tienda de los Lopez.

—Por aquí, debajo de estas cobijas. Ahora si, el susto de su vida. Ese Temo verá lo que le pasa por ser rarito. —mencionó Zac, escondiendo los fuegos artificiales debajo de la cobija antes señalada. Y con una navaja, abrió un pequeño agujero donde metió la mecha para sacarla y prenderla sin que ellos corrieran algún riesgo. Dave observaba de lejos lo que aquellos chicos hacían, en el momento no entendió nada, hasta que vió como estiraban la mecha y uno de ellos sacaba un encendedor. Entonces decidió actuar y salió corriendo en busca de un mayor de edad.

¡Hola, Aristóteles! #1 ➳AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora