PORQUE...

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Toda historia tiene un comienzo y las grandes historias siempre son aquellas con un comienzo confuso, aquellas que si te detienes a pensarlo no tuvieron un antes y un después que este del todo claro...

Pues bien, aquí es donde comienza esta historia, no es una historia de guerra pero tampoco es un cuento de fantasía y para que todos podamos entender el origen debemos hacer un salto en el tiempo....

Hoy saltaremos a 1537 porque al fin y al cabo es aquí donde todo comienza; un 27 de febrero allá por 1537 nace un nuevo cuerpo militar dentro de España o por lo menos el precedente de lo que llegará a ser, hablo de la Infantería de Marina española, de ese cuerpo que lucha desde entonces tanto en la mar como en la montaña haciendo que sea difícil alcanzar su mismo nivel de preparación y trabajo. Desde su creación esta unidad a tenido numerosos imitadores entre los que por ejemplo cabría destacara a los U.S.M.C siendo una de las unidades más prestigiosas del mundo...

La idea imperial surge tanto de una necesidad como del ingenio militar de nuestros antepasados en el siglo XVI. Se trataba de establecer una fuerza de combate ágil y de gran poder destructivo, capaz, además, de moverse en los abordajes y en la defensa de las propias galeras con la misma pericia y la osada naturalidad con la que sobre la tierra firme ya lo hacía nuestra gloriosa y fiel infantería. La de toda la vida.

También conviene destacar que desde el año 1763, la Infantería de Marina es Cuerpo de Casa Real, recompensa y privilegio que obtuvo tras sus hercúleo y heroico combate en la defensa del Castillo del Morro de La Habana frente a la flota inglesa. San Fernando, Cartagena, Barbate, Ferrol, las Canarias y Madrid tienen hoy el honor de cobijar a las distintas unidades de la Infantería de Marina. Estos sí que son de película, y como a ellos les gusta decir, «con lo pocos que somos, la que hemos liado».

Hasta la aplicación de la pólvora al armamento, las batallas navales eran como las batallas en tierra firme: los barcos chocaban y sus cubiertas se convertían en zona de combate con las mismas armas que empleaba la infantería: las espadas, los escudos, las lanzas, los arcos y las flechas...
Algunas invenciones, como el fuego griego empleado por los bizantinos y los brulotes, junto con las tormentas, podían destruir una flota o dar la victoria sin que entrasen en contacto las dotaciones de los barcos, pero no era lo habitual.
La armada castellana que en junio de 1372, dentro de la Guerra de los Cien Años, atacó La Rochelle, en poder del rey inglés, fue la primera de Europa en emplear piezas de artillería (sacabuches, morteros, culebrinas, cañones, cerbatanas, bombardas...). Debido a las limitaciones de las armas de fuego, que sólo eran efectivas a corta distancia, los combates navales siguieron basándose en los siguientes siglos en la pelea entre infantes en vez de un duelo entre artilleros.
Cualquier almirante sabía que era capital disponer de una tropa habituada al combate cuerpo a cuerpo, al uso de armas de fuego cortas (mosquetes, arcabuces) y que, encima, no se marease ni tuviese miedo al mar, pero fue España, la mayor potencia marítima del siglo XVI, la que instituyó la primera infantería de marina de la Edad Moderna en 1537. Se trata de un cuerpo del Ejército español con casi 500 años de existencia.

Pero a ser sincero, no pretendo aburrir a nadie con datos históricos que son bonitos pero a la vez menos interesantes que lo que todos esperamos de una historia...



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