Capítulo 1

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Narrado por Hayley

La historia empieza aquí.

Estaba haciendo la mudanza a mi nueva casa en Los Ángeles. Mi hermana Shannon, depués de seis meses de la trágica muerte de mis padres decidió que deberíamos mudarnos lejos de Orlando para olvidar, superar y hacer una nueva vida, así que pidió un traslado en su empresa y el único sitio que le ofrecieron fue California. Ella pensó que sería una buena idea, entonces se puso a buscar casas en internet. Encontró una muy barata, grande y preciosa. Cogimos el coche y allí nos encaminamos a cruzar todo el país.

Estábamos colocando todas las cosas en la cocina cuando una señora rubia entró por la puerta trasera con una cesta.

-¡Hola, hola!-dijo como si estuviera en su casa.

-¿Y esta quién es?.-pregunté a Shannon en alto en lo que ella me respondió con un codazo.

-Hola, ¿en qué podemos ayudarle?-le dijo amable.

-Oh, os traje unas galletas de bienvenida. Soy Constance, la vecina de al lado.

-Shannon Blair.-repondió dándole la mano.-Muchas gracias por las galletas.

-¿Y tú quien eres jovencita?.-quiestionó dirigiéndose a mí.

-Soy Hayley, su hermana.-contesté metiendo los platos en la alacena.

-¿Ya conociste a Tate?¿Cuántos años tienes?-me dijo curiosa.

-Tengo diecisiete y no, no sé quien es Tate, aún no he ido al instituto. Mañana es mi primer día.

-No hace falta que vayas al instituto para conocerle, querida.-se rió.- Oh, que pulsera más preciosa,-le dijo a Shannon por una de las pulseras que habían pertenecido a mi madre- ¿te la regaló tu novio?

Constance me parecía un poco rara, pero me supuse que sería de esas típicas señoras que se aburren en casa e intentan ser amiga de todo el vecindario.

Al rato de interrogar a mi hermana se marchó y nos pusimos a comer. Cinco minutos más tarde entró otra señora con un abrigo negro y el pelo rojo. Tenía los ojos claros y uno de ellos estaba totalmente ciego, lo supe porque lo tenía blanco. "¿Por qué entraban en la casa sin llamar?¿Sería una costumbre de California?" me preguntaba.

-Disculpen las molestias, yo soy Moira, la asistenta de los antiguos propietarios de la casa. Me tenían contratada por dos años, pero como solo he estado uno me preguntaba si les interesaría contratarme.-me pareció un poco extraño.

-¡Claro! Nos viene maravillosamente su ayuda. Yo soy Sharon y ella es mi hermana pequeña, Hayley.-saludé con la mano y le sonreí.

-Trabajo de lunes a jueves, festivos y vacaciones incluidos.

-Bien, pues ya empiezas el lunes.

-Oh no, puedo empezar ahora mismo.

-¡Sí, nos vendría genial ayuda para terminar de desempacar las cosas!-dije animada.

Acabamos con toda la mudanza en el día y me acosté en mi cama rendida. Quedé dormida al instante.

A la mañana siguiente, me desperté de mala gana para ir al instituto. Me duché, me vestí, bajé a la cocina y cogí una manzana:

-Pásalo bien en tu nuevo instituto.-me dijo Shannon.-¡Haz muchos amigos!

-Claro...-dije sarcástica.

Nunca había sido de esas personas que tiene muchísimos amigos, de hecho mis amigos se contaban con los dedos de una sola mano, así que ahora no irían a cambiar las cosas y hacerme popular.

Cogí mi patinete y me dirigí al colegio. Al llegar, lo dejé con las bicicletas y un par de chicos me miraron y se rieron. Hice oídos sordos a sus comentarios y entré. Estaba lleno de gente. Saqué mi papel con las clases y me fui a buscar el aula. Cuando llegué me senté al fondo en una esquina apartada para no llamar la atención. Empezaba a sacar mis cosas cuando una chica gorda de color y melena negra y larga con trenzas se acercó. Creía que se iba a presentar y hablarme:

-Ese es mi sitio. Mueve el culo.-me dijo de malhumor. Así que me levanté y me fui al única mesa libre.

Buena forma de empezar el instituto.

Estaba al lado de un chico de pelo castaño, corto y piel blanca que me miraba con sus ojos castaños apoyando su cabeza en la pared.

-Hola soy Robert, Robert Grant.-dijo sentándose y extendiéndome la mano.

-Hayley Blair.-le correspondí.

-Eres la nueva, ¿verdad?-asentí.- No te preocupes si no haces muchos amigos. Yo lleno en este sitio cuatro años y mi mejor amigo es mi gato.-se rió mientras comía un regaliz.

-Si todos son como ella -señalé a la chica que me había echado del sitio- es normal que no tengas amigos.

-Se llama Nora. Me cae fatal, es una creída. Bueno, en esta clase todos son así.-entró la profesora y todos nos quedamos en silencio.

La mujer me mandó presentarme a toda la clase (la mayor vergüenza de mi vida) y el resto de la hora fue aburrida, como todas las clases de historia.

Sonó el timbre y todos salimos corriendo. Saqué mi papelito de nuevo y me fui deprisa a buscar el aula, con tan mala suerte de chocar contra una chica y derramar todo su café ardiendo por encima. Mi primer día estaba yendo de mal en peor:

-¡Lo siento muchísimo!-le dije.

-¡Estúpida, me has quemado!¡Agarradla!

-¿Qué?-dije confusa y dos chicas me cogieron por los brazos dejándome sin escapatoria.-¿Qué coño es esto?¿En California estáis todos locos o qué?-y me dio una bofetada. Esto estaba siendo algo totalmente sin sentido ninguno. Me largó otra del otro lado de la cara.

Empecé a patalear y a forcejear cuando una voz masculina la interrumpió para que no me siguiese pegando:

-¡Deja a la nueva!-me soltaron y yo aparté mi pelo de la cara. Era Robert, el chico de la anterior clase.

-Rarito...-dijo la loca de las bofetadas mirándole y yéndose con paso firme.

Si imaginaba que el primer día en un instituto nuevo no podía ser peor, mi realidad lo superaba:

-Muchísimas gracias Robert. Mi primer día está siendo un desastre...-dije apenada.

-No te preocupes, te acabarás acostumbrando a este infierno.

Retorno a Murder HouseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora