cuando a lisa recibe una carta misteriosa, tiene la opción de caer ante el capricho y el deseo de tener a aquel grupo tan misterioso que tanto la miran, al principio duda ante todo lo malo, pero el placer hace que lo inmoral pase a segundo plano en...
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Lisa sentía curiosidad al mismo tiempo que pasaba sobre los pasillos clavando sus ojos color avellana sobre los salones. Sus compañeros la buscaban porque necesitaban ayuda con alguna tarea, otros pedían que lleve tal cosa a otro salón. Y aunque quisiera mostrarse de alguna forma, interesada, en lo que los demás decían, balbuceaban, gritaban y exclamaban, no podía.
No dejaba de pensar en esa estúpida carta. No tuvo el descaro de quemarla o tirarla a la basura, quedó con sueños húmedos cosa que no le facilitaba nada, era como si su cerebro hubiera conspirado con esa parte oscura que tenía para que la torturaban con esas imágenes en su cabeza. Y las preguntas no paraban de venir, ¿cómo se sentirá? ¿cómo será? ¿cómo te trataran?
Claro que buscaba justificar aquella curiosidad maldita con la falta de cosas que nunca había experimentado, el sexo es común con los jóvenes de su edad, todo el mundo presumía que habían chupado una gran polla o que habían visto unas buenas tetas. Cosa que ella nunca se mostró interesada.
Pero que no se haya mostrado interesada no significa que como una chica de diecisiete años no haya imaginado cosas, o pensarlo, ¡y con esto más! ¿cómo no podía pensar en que alguien hermoso le estaría viendo el culo ahora mismo?
Y justo cuando paso sobre varios de sus compañeros para llevar una cosa a la oficina principal, su atención se clavó en Jeon JungKook, la carta vino a su mente rápidamente recordándole que tenía un trabajo que hacer, cosa que la hizo reír. ¿Ella va a aceptar que se la cojan y después qué? ¿recibir dinero de quien sabe quién?
Paso rápidamente de él sin importarle que la mirará desde lejos, le valía tres mierdas , entro; entrego los papeles, le agradecieron por su amabilidad y salió como canta el gallo. El menor de los siete estaba conversando con una chica de cabello corto, cosa que no le sorprendía, en esa carta decía que JungKook es alguien que fácilmente hace que las chicas caigan ante él.
Odiaba eso. Odiaba sentirse nerviosa cuando al levantarse le importaba menos lo que pensarán de ella. Y lo que pensarán ellos sobre todo. Quería por lo menos olvidarlo, por lo menos que ese estrés que se acumulaba la dejará en paz por unos segundos.
En toda la mañana lo único a lo que se dedico fue a no entablar conversación con ese chico, ignoró el hecho de que sentía una mirada clavada en su nuca, pero solo fue eso, se mantuvo enfocada en sí una chica la mirara, pues tampoco dejo pasar el hecho de que la autora de esa maldita carta estaba aquí al igual que ella. Sin embargo, todas se mostraban desinteresadas en Lisa, y ella se rindió al instante.
Después solo se concentró en las clases que se aproximaban, aun con aquel mal sabor de boca y nerviosismo patético.
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Detestaba los lunes, las cocineras, con grandes ojeras y uniforme tiraban casi la comida del primer día como si fuera nada. La falta de pago tal vez, una de ellas le dijo que sí va a tirar la comida era mejor que no comiera nada con lo delgada que estaba, dejando saber que con los ojos repletos de ojeras notables no dejaban de criticar a cualquier joven que se les cruzará.
