Enseñame a vivir

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Solitario. Ese era yo.

No quería tener nada que ver con las personas, con el mundo, no deseaba encariñarme con este planeta llamado tierra el cual cada vez caía más bajo.

Mentiras, traiciones, risas hacia los pobres o hacia personas con alguna enfermedad, avaricia, lujuria, infidelidades, insensibilidad frente a otras personas, frente a la naturaleza y hacia los animales que la habitan, todo lo horrible y malvado que existe, lo encontrarías aquí.

No me importaba la amistad, la familia ni el amor, las palabras causaban risas escandalosas en mí.

¿Acaso algo de eso existe o existió alguna vez?

¿Familia?

Puede.

Quizás alguien con suerte el cual nació en una buena familia, y no me refiero a una con dinero sino a una familia de sentimientos nobles, pero, seguro que prefería lo material a poseer tal regalo.

Estúpido ignorante.

Frustrado, golpeaba una piedra mientras arrastraba los pies, ¿hacia dónde me dirigía? Quien sabe, solo me dejaba llevar por esos caminos, quizás a una muerte segura, lo cual no me importaba lo más mínimo. ¿Espíritu aventurero-extremista? No, espíritu cansado de ver tanto mal todos los días.

Con la música resonando fuertemente en mis oídos, caminaba sin rumbo con la esperanza de encontrar algun lugar que hiciera olvidarme de todo, algo imposible en un sitio así.

Cansado de recorrer ese paseo repleto de árboles, me senté a la sombra de uno y saqué una pequeña libretita la cual poseía dos dragones en la portada, uno blanco y otro negro, una tributo al Ying y el Yang, supongo. Me limité a escribir otra de las muchas canciones que esas páginas ocultaban.

Era lo único que me liberaba, escribir.

Plasmaba en el papel todos mis sentimientos formando una canción que jamás vería la luz.

Cerré los ojos, concentrándome solo en mi bolígrafo y mi libreta, solo en esas palabras que simplemente surgían.

Fruncí el ceño al escuchar unas voces, a mis oídos, irritantes de dos personas, parecían discutir.

Subí el volumen de la música con la intención de solo escuchar esas melodías que me tranquilizaban, pero, no había forma existente de hacerles callar.

Suspiré y cerré la libreta fuertemente, abrí mis ojos de repente encontrándome así con los causantes de mi tranquilidad arruinada.

Se trataba de una joven pelirroja y un chico más o menos de la misma edad que yo, de cabellos castaños.

Me incorporé con la intención de marcharme cuando la chica golpeó al joven, no deseaba ver una discusión de pareja así que solo me limité a encaminarme de nuevo hacia algun lugar más solitario.

Pero, algo hizo que me detuviera, no, no fue que ese chico le devolviera el golpe a la chica, tampoco que esta se fuera con lágrimas en los ojos, ni que el joven golpeara a uno de los árboles haciendose daño en los nudillos. La causante, fue una chica a la cual la pelirroja había empujado sin percatarse, pero, que aún así no hizo ni el aceno de intentar ayudar.

La joven era pequeña, apenas mediría 1'58, de cabello largo con ondulaciones del color de las hojas de otoño cuando el sol incidía en ellas y sus ojos, sus ojos...era ciega.

Mordí mi labio inferior al ver como la joven intentaba incorporarse.

Sacudí la cabeza y decidí seguir mi camino, pero, de nuevo, me detuve, un gemido de dolor procedente de esa pequeña hizo que mis ojos se posaran de nuevo en ella.

Enséñame a vivir (Kim Nam Joo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora