Capítulo 1

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Lunes 27 de octubre de 2106

Marsurya despertaba ansiosa esta mañana, un nuevo presidente iba a ocupar el puesto, era un día tan importante que el país entero se detenía y sus actividades cotidianas se dejaban de lado.

Marsurya era un país pequeño y, por lo tanto, con un número de habitantes por debajo de los diez millones, muy cultural y arraigado a sus costumbres, no menospreciaban a los extranjeros pero eran capaces de notar con facilidad si una persona era turista o no. Tras los cambios que la democracia sufrió años atrás y con los nuevos métodos que la población emplea hacia el gobierno y más precisamente al presidente, la realidad era muy distinta que al pasado. Los candidatos a la presidencia, de cierta forma, eran presionados por la población y también estaba la otra cara, ninguno de estos candidatos quería ser presidente sabiendo los riesgos que corría si era elegido. El reclamo de los ciudadanos era simple y lo que todo país siempre quiso, un presidente el cual no falle al pueblo, las mentiras, corrupción y estafas ya no podían ser camufladas al ojo de la población y si esto ocurría ya sabían cómo actuar. Increíblemente, el pueblo era el que proponía a los candidatos y allí se votaba al que parecía que iba a realizar un buen trabajo bajo ese cargo. Un cambio muy rotundo que hubo en la educación fue que desde un principio, a partir de los seis años, los niños ya comenzaban a estudiar política, esto con el fin de así hallar a un futuro buen presidente, todo aquel que rendía bien la materia en el transcurso de su niñez hasta la juventud ya era visto con buenos ojos como futuro candidato. Lamentablemente no había escapatoria, dicen que hay gente que nace con talentos naturales y ese desgraciado había sido Ted Miller.

-Hoy el pueblo manda, hoy el pueblo decide a su futuro presidente -las palabras de Jacob se habían vuelto algo icónico-. Tras la limpieza del anterior presidente el cual solamente llegó a estar dos años bajo el cargo, esta noche dejamos puerta abierta para un excelente presidente o quizás un futuro limpiado. Señal Marsurya manteniéndote informado las veinticuatro horas del día -un holograma sobrevolaba el televisor ultra plano con una imagen de un sujeto sosteniendo una antorcha y con el título de «Pueblo manda», el comercial finalizó-.

Ted terminó su desayuno en pleno silencio, apagando el televisor, los nervios le habían regresado al recordar el tiempo que había logrado mantenerse sin cometer ningún error el ex presidente, sabía perfectamente que hoy, entre los cuatro candidatos que podían ser elegidos, él era uno de los más probables a colocarse la cinta y eso no le agradaba para nada. Para despejarse salió a dar un paseo por su barrio en donde vivió toda su vida, era imposible notar como la gente depositaba sus miradas en él, su rostro salía en todos lados hace semanas, una llamada entrante llegaba por su pequeño enáfono, un dispositivo celular del tamaño de un auricular; era su padre.

-¿Cómo estas hijo? aún no puedo creer que seas candidato, lo lamento tanto -dijo el padre-. -Tranquilo, papá, son los tiempos que se corren hoy en día, si llego a colocarme la cinta solamente tengo que procurar realizar mi trabajo bien y no conseguir muchos enemigos. -Lo sé, lo sé, confío en ti, siempre fuiste muy seguro y decidido, sé que lo harás bien -la voz se le torció- solamente no nos falles.

-No lo haré, lo prometo -pudo sentir que a su padre se le escapaba una lágrima-. Adiós. Las palabras de su padre eran correctas, Ted siempre había sido un hombre que pensaba dos veces las cosas y si fallaba en algo siempre lo corregía casi en el momento, llegando a los cincuenta, Ted, había tenido una buena vida y un espectacular trayecto en lo que respecta a la educación y en lo laboral, pero ahora todo eso parecía derrumbarse. Ted era alto y fornido pero delgado a la vez, un cabello negro semilargo casi ocultando sus orejas y de ojos marrones, una pequeña cicatriz debajo de su oreja izquierda siempre llamaba la atención de las personas, un fuerte accidente había tenido en su niñez y debido a eso tuvieron que darle cuatro puntos para cerrar la herida.

Pueblo MandaWhere stories live. Discover now