Han transcurrido tres semanas desde el encuentro con el muki. Oculto en el cuarto de baño de un departamento, Wayra mantenía silencio para evitar ser detectado por las impurezas. Durante estas pausas obligatorias, sacaba su cuaderno de apuntes y repasaba toda la información que había obtenido.
Desde las 00:00 hasta las 06:00, Wayra tenía la opción de transportar su mente al Uku Pacha, antes debía quedarse dormido. Esta era depositada en un contenedor similar a su cuerpo; pero con dos cualidades físicas que lo ayudarían a superar las adversidades.
Por lo general, impurezas es el nombre otorgado a los habitantes de este mundo. Nacen de las emociones negativas y sentimientos reprimidos. Dan la impresión de ser animales salvajes; pero tienen cierto uso de razón. Al parecer, suelen formar grupos, esto aún no está corroborado por Wayra.
Sobre el Uku Pacha en sí, es la contraparte del Kai Pacha, conocido como el mundo humano. Según tiene entendido Wayra, este tétrico mundo pareciera que tuviese vida propia porque se comunica con sus visitantes por medio de mensajes.
Así como el libro Los deseos del soñente, existen objetos especiales que brindan una ayuda indispensable; sin embargo, son raros de obtener. Para caminar con mayor libertad, Wayra recibió una peculiar bolsita canguro, este objeto mágico cuenta con ciertas limitantes como una capacidad máxima de seis objetos en su interior.
La mayoría de la información mencionada fue brindada por el muki.
Mientras terminaba de leer la última página escrita, Wayra recordó un detalle importante que no había anotado; pero que se aseguraba de tenerlo presente en todo momento.
"En el Uku Pacha no existe la casualidad..."
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Pegando su oído en la puerta, Wayra comprobó que no había ruido alguno. Apenas salió del cuarto de baño, revisó las otras habitaciones en busca de alguna impureza. Terminando de chequear el departamento, echó seguro a la entrada principal.
Evitando mostrarse por completo cerca de una de las ventanas, usó unos binoculares para observar los alrededores mientras comía una manzana. Frente a él, se encontraba el Hospital del niño, cuya entrada era bloqueada por varias impurezas.
Dirigiendo su mirada a una de las paredes del departamento, volvió a leer el mensaje escrito con el líquido negro, este suele estar disperso en toda la tétrica ciudad.
"Aquel tesoro busca solucionar los problemas sin involucrar a nadie más. Presenciando hechos perturbadores... su forma de ser va cambiando poco a poco. Saliendo por la puerta principal del hospital, intentará evitar un triste desenlace."
Si Wayra había decidido regresar a Uku Pacha, fue para obtener información sobre el objeto que respondería cualquier pregunta que tuviera. Aunque el muki le pidió que le ayudara a buscar su tesoro, él solo respondió sí para que le brindara parte de sus saberes.
Desde que habló con el muki hasta que volvió al Uku Pacha, pasó una semana. En ese periodo de tiempo, Wayra estuvo deambulando por la mina. Usando la lámpara de carburo que el muki le obsequió, evitaba quedarse atrapado en la oscuridad total.
"Por qué arriesgar mi vida por... no debo perder el tiempo en... quisiera pensar ello pero... suelo decir algo pero termino haciendo lo contrario en muchas ocasiones... no puedo dejarlo solo... yo... no soy ninguna clase de héroe... pero... pero... pero..."
Cuando se convenció de regresar, llegó al final de uno de los caminos de la mina. Frente a una cerámica con forma de colibrí, puso sus manos sobre ella. Ni bien sucedió esto, una luz rojiza intensa lo transportó a su habitación en el Uku Pacha.
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La lucha perpetua
FantasíaTodos tenemos algo que queremos; pero... ¿hasta dónde somos capaces de llegar para hacerlo realidad? Sobretodo si no estamos seguro de que... eso que tanto deseamos... existe. De todas las personas, Wayra Sinchi se encuentra en la "recta final". Nun...