¿Qué fue ese ruido?, se escuchó como si alguien hubiera golpeado una lámina de fierro. Retiro con la ayuda de mis manos unas lagañas que se estaban formando en el contorno de mis ojos, a pesar de que fuerzo un poco la vista no puedo ver claramente, está muy oscura la habitación. Hago las cobijas a un lado y me siento sobre la cama -Ah -aún me duele mi hombro derecho. Giro levemente mi cabeza y veo que la venda que lo cubre está cobrando un color rojizo, la herida aún sigue abierta, muevo el hombro en formas circulares para intentar mitigar el dolor pero no funciona, ese maldito si se pasó esta vez. El solo recordar ese día me trae un dolor en todo el cuerpo y en mi orgullo, definitivamente no fue la primera vez que me lastimaba o intentaba herirme pero... nunca había perdido el control de esa manera. Como quisiera crecer rápido, si tan solo fuera más grande, así podría defenderme a mí y a mi madre, podría ayudarle con los gastos, con la comida, con ese maldito infeliz que no deja de molestarla. ¿Por qué tuviste que irte papá? ¿Por qué nos abandonaste? Aparece nuevamente el mismo sonido, parece que proviene de la cocina, limpio las lágrimas que comenzaban a recorrer mi rostro y me paro de la cama. Debo caminar con cuidado, aún no me sanan tampoco las piernas y, si doy un mal paso, volvería a las muletas de nuevo. Me apoyo con mi brazo izquierdo en algunos muebles y después de algunas decenas de pasos, llego al interruptor e intento encender la luz pero no funciona. ¿Qué habrá pasado?, abro la puerta de mi habitación y veo que el pasillo que conlleva a las demás habitaciones está oscuro, aunque viéndolo bien, todo está inmerso en la oscuridad. Por alguna razón, los latidos de mi corazón aumentan su intensidad, nunca había fallado la electricidad en la casa, y nunca me había sentido tan indefenso. Apenas puedo caminar, aún no recupero la energía en mi cuerpo y, por si fuera poco, la herida de mi hombro está comenzando a arderme más, sin contar que está aumentando el sangrado. Trago saliva y aprieto la mandíbula, este no es momento de doblegarse, por más que me desagrade la idea, tengo que ponerme la máscara. Intento llamar a mi madre pero mi garganta sigue igual, o más seca, y mi voz apenas y se escucha. Maldición, sigo caminando hacia la dirección de dónde provino el ruido, apoyándome de la pared con mi brazo para quitarle peso a mis piernas, camino y camino lo más firme que las piernas me lo permiten, con cada paso que doy aparece un dolor más intenso que me trae consigo la imagen de ese maldito, su risa de disfrute al hacerme daño y verme sufrir, según él, porque me quería hacer fuerte. Bueno, no sé si realmente funcionó porque físicamente me siento devastado, pero mi espíritu y determinación están más fuerte que nunca. Sin embargo, no me explico cómo puede ser posible que exista una persona como él, por un lado es alguien aparentemente inseguro e inocente pero, por el otro lado, es la persona más cruel, impulsiva y vengativa que haya conocido. Esa debió de ser la razón por la que mi madre cayó en su juego, al principio creyó que era alguien inofensivo pero cuando se dio cuenta de su verdadera personalidad, ya era demasiado tarde para escapar de él. Además, su manera de pensar las cosas y de idear estrategias o planes, es tan buena que me asusta, alguien con su ingenio y personalidad debe de estar en prisión... No, la prisión sería un lugar de diversión para él, debería de estar muerto.
He llegado a la habitación de mi madre, la puerta está entreabierta así que la abro sin hacer mucho ruido, dirijo la vista hacia la cama y después la recorro por cada rincón del cuarto pero no la veo. Esto cada vez me comienza a preocupar más, mi madre guarda un arma en un cajón de su recamara, tengo que buscarla, a estas alturas no sé si la vaya a necesitar. Abro un cajón, después otro y uno más, hasta que después de esculcar entre la ropa y demás cosas, he logrado encontrarla. ¿Qué diablos?, eso que se escuchó fue un quejido de mi mamá, ¡tengo que darme prisa! Me doy la vuelta para salir del cuarto pero debido al movimiento y mi falta de equilibrio tropiezo y caigo al suelo sobre mi hombro lastimado -¡Ah!... maldición - cierro los ojos con toda mi fuerza, intentando que el dolor disminuya un poco, me pongo de pie lo más rápido que puedo y camino hacia la cocina. Toco la venda que rodea mi hombro... está totalmente empapada de sangre. Sigo caminando mientras un centenar de ideas y posibles escenarios divagan por mi mente, pero todos y cada uno de ellos aterrizan en una sola persona.
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Atravesando Máscaras
Teen FictionUna historia escrita por un psicólogo fascinado por temas referente a trastornos de personalidad, lenguaje corporal y seducción. Atravesando máscaras nos atrapa en la realidad de su ficción, a través de la vida de Sebastián De León. Un joven empresa...