#TY946.

2 0 0
                                    


Meto a mi boca la cucharada de yogurt con cereal que mi estómago ansiaba al encontrarme a Baelu en la cocina comiendo. Observo la forma de comer de mi hermana de 4 años, era tan cuidadosa a pesar de su corta edad, nada parecido a mí, que manchaba mis camisas e comisuras de los labios al comer. Lo debió sacer de seguro de mama, que por cierto no se encontraba en casa, viéndome en la obligación de cuidar a ese pequeño monstruito.

-¿Quieres ir conmigo a casa de Seok?- le pregunto mientras arreglo su bolso, necesitaba estar preparado cuando se trataba de ella – podrás jugar con su gato.

Asiente enfusivamente, corriendo escaleras arriba para cambiarse de ropa. Pongo los ojos en blanco, ese vestido blanco le quedaba bien... pero no, ella tenía que ponerse el azul con el que estaba bajando de las escaleras.

Sí que sabe cambiarse sola, sin ayuda y rápido. Debería darme unas clases referente a lo último.

-¿Qué tenía de mal el otro? –quería saberlo.

Se encoge de hombros, colocándose ella misma su bolso. Tomo un poco de dinero del frasco de la cocina, nos iríamos en bus. Ella toma mi mano, al salir de la casa, caminamos por la acera de nuestro vecindario, hasta llegar a nuestro destino.

A los pocos minutos de haber llegado el bus que nos llevaría, parca frente de nosotros, así que nos subimos, sentándonos en los asientos de atrás. La subo en el asiento, sentándome a su lado, observando como sus piecitos no tocaban el suelo.

Miro por la ventana, las hojas de los arboles empezaban a cambiar de color; el otoño se acercaba, así como las bufandas, abrigos y gorrillos. Sonrió, era mi época favorita.

-¿Falta mucho? –No necesito verla, sé que tiene un puchero en sus labios –ya quiero ver de nuevo a Xeng.

Aún recuerdo cómo fue que lo conoció. Jung estaba de cumpleaños, nos invitó a que fuéramos a pasar el día con él, quería mucho a Bae desde que se la presente, comimos, jugamos e hablamos de lo viejo que se estaba poniendo. Entonces por su puerta entro su gato amarillo; Xeng.

Pensé, junto a Seok que no soltaría a ese gato a la hora de irnos. Para evitar su llanto, le prometimos que podía visitar a Xeng cuando quisiera en mi compañía.

-Faltan algunas cuadras más –acaricio su cabello –Ten calma Lu.

Transcurren unos 20 minutos, en mi vista aparece la tienda de comestibles donde solía reunirme con el platino para hacer nuestros trabajos grupales. Nos bajamos, caminamos un par de calles arriba, hasta llegar a la que quería.

Toco el timbre. Me abre el.

-No pensé de que de verdad vendrías... –rasca su nuca, se le notaba que acababa de levantarse pero todo se esfuma al ver a mi acompañante – ¡BAELU!

Casi quedo sordo por tremendo grito. Ruedo los ojos.

-¡SEOKI!

Sonrió, hice bien al traerla. No había nadie en el mundo que subiera sus ánimos como lo hacia ella y un buen pastel de fresas.

[...]

Lanzo un peluche a la caja donde se iría todo lo que esa chica le obsequio. Agradezco que nunca se les hubiese pasado por la mente compartir departamento, sino tendría que verme en la necesidad de prenderle fuego al lugar.

Mis tripas suenan, que hambre tengo. Voy a lavarme las manos a la cocina, busco en la nevera del menor algo que pudiera comer. Encuentro en una taza ramen, seguro es del que sus padres le mandan en la semana.

Lo siento Jung, mi ayuda vale.

¿Dónde estarán?, no los he escuchado por un buen rato, tampoco al gato. Qué raro. Camino al cuarto del pelinegro con mi taza de ramen, mi hambre no impediría mi búsqueda por esos dos, lentamente abro la puerta, los encuentro comiendo lo que le empaque a Bae.

Me les quedo viendo.

Ambos sentados en el piso, compartiendo alimentos con gestos muy sofisticados. Que ganas de reírme me entraron, esa niña tenía que dejar de ver esos programas de realeza.

-¿Quieres más Jugo, Sr. Seoki? –extiende su potecito.

El niega, comiéndose la galleta que tenía en su mano. Cuando me tocaba jugar con ella, era una tortura, no dejaba que comieras, a menos que ella diera la orden. Sí que es un diablillo.

-Iré en busca de algo para comer- se levanta, me alejo de la puerta- Espérame aquí.

Lo observo salir. Me situó a su espalda.

-¿Divertida la hora del té?

Creo que lo asuste, ya que salto, tomándose del pecho. Me divertía hacer eso, Kang me lo estaba pegando.

-¡Diablos! Que susto me diste, Gu –me fulmina con la mirada, después me quita mi taza de ramen – ¡Dame acá! ¡Tengo un hambre que no te imaginas!

-Esas son las consecuencias de Jugar con Lady Baelu –encojo mis hombros, vuelvo a la cocina, tomaría otra taza de esa nevera.

Retomo mi tarea de limpiar la casa, después de acabar de comer. Llevaba tres cajas de obsequios. Dentro de una gaveta unos anillos me saludaron, niego, Jung sí que era un tonto extremista, no los votaría, los guardaría.

Saco las cajas a la calle, metiéndolas en el contenedor de basura. Al regresar a dentro él estaba acostado en el sillón, con el antebrazo tapando sus ojos.

-Se quedó dormida... –levanta su cuerpo del sillón, sonriendo – ¿En qué te ayudo?

Sonrió. Le tocaba el trabajo pesado a él, ahora que se propuso a ayudarme a ordenar su propia casa. ¿Qué me divertiré mucho?, no lo duden.

Pasan las horas, mientras transcurrían lo vi moverse de allá para acá, barriendo, ordenando y limpiado. Le señalaba una que otra vez donde le quedaba una mancha. A poco de anochecer, me levanto de mi asiento, llevando mí baso de limonada a la cocina.

-Fue un gusto haberte ayudado... –recojo lo que traje –pero me tengo que ir a casa, no querré que me regañen.

Bae aparece sin la necesidad de que la vaya a buscar. La mira, entiende de inmediato que nos vamos a ir. Corre en busca de Xeng, que está encima de mesa de centro, le deja un besito en la cabeza y se pone el bolso que tenía en mis manos.

Afuera de su casa, en el portal, nos despedimos.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Jan 21, 2019 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

¿Esta bien amarte?. [YaOne]Where stories live. Discover now