Llevaba aproximadamente 4 meses en el hospital, y en ese período de tiempo siempre estuve haciendo lo mismo. Solía sentarme en uno de los bancos del parque trasero y me ponía a escuchar música mientras dibujaba las nubes que me rodeaban o simplemente el rostro de alguna persona que había visto antes. Otras veces, en cambio, dormía todo el día hasta que una de las enfermeras me venía a revisar o Jimin me despertaba e iba a la habitación de Jin con los chicos. También me dedicaba a ver a las enfermeras correr de un lado a otro, intentando tardar lo menos posible en salvar una vida. No poder mover las piernas no significaba que me quedase todo el tiempo sin hacer nada, me sabía todos los rincones de ese hospital y hasta juraría ser la persona que más había dado vueltas por el lugar en silla de ruedas. Los médicos dijeron que sería algo temporal, solo mis piernas se tenían que recuperar, pero siempre pasaba algo que alargaba mi recuperación; como una caída, una mala posición o intentos -fallidos- por poder caminar normal. Jimin tenía parte de la culpa, me hizo creer que podía jugar a fútbol sin sufrir otro pequeño accidente.
Hacía también 4 meses me había accidentado. No me acordaba de lo que había pasado, mi madre me dijo que probablemente iba de camino a casa después de haberme encontrado con mis amigos. Tampoco se sabía quién me atropelló, llamó a una ambulancia en número privado y se marchó para no tener problemas. Tal vez, la culpa fue mía que crucé cuando el semáforo estaba rojo, o simplemente había sido la otra persona que conducía sin cuidado alguno. Tampoco se sabe, por eso no le guardaba rencor a nadie.
Después de todo, estar allí no era tan horrible como en las películas se mostraba. La comida, lejos de estar mala era repetitiva, pero eso no era una gran problema, amaba el arroz. También me había ayudado -de alguna manera- a socializar. Tenía amigos en la planta de abajo, un chico que había perdido la memoria hacía poco llamado Jin que según los médicos padecía de mutismo selectivo, otro más llamado Jimin que llevaba tiempo curado pero seguía quejándose del dolor para ver a la enfermera que le atendía y Namjoon, un amigo de Jin que venía todas las tardes menos los lunes, tenía que trabajar. Los tres solíamos ir a la habitación de Jin, hablábamos de nuestras cosas, reíamos, llorábamos y hacíamos el tonto. Era divertido, como mínimo no estaba completamente solo. Sabía que esa amistad sería temporal, en algún momento trasladarían a Jin a algún hospital mejor para que recibiera algún tratamiento más profesional, si eso pasaba Namjoon dejaría de venir aunque él dijera lo contrario y cuando Jimin consiga el número de la enfermera se iría a su casa. Me dijo muchas veces que seguiríamos viéndonos y que cuando saliera me presentaría chicas, lo cuál mucha ilusión no me daba. Hablando de visitas, mi madre casi nunca me visitaba. Estaba ocupada trabajando, después de pagar todos los tratamientos se quedo casi sin dinero por lo que buscó un trabajo de medio tiempo con el que ganar dinero extra. Le agradecía a mi madre todo le que hacía por mi, ella sabía como cubrir el amor de padre que tanto añoraba. Mi padre residía en otro país trabajando en el puesto de empresario, venía por Navidad o los días festivos y nos enviaba dinero mensualmente. Aún así, era complicado mantener una casa y todo lo que conlleva, pagar mis tratamientos y la cuota de la universidad, entre otras cosas.En fin, la vida en el hospital, -a pesar de tener infinidad de distracciones- era algo monótona y aburrida, lo que no sabía yo, era que eso pronto cambiaría.
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Desquiciadamente locos: Whistle J.K
Fanfic"𝙲𝚊𝚍𝚊 𝚟𝚎𝚣 𝚖𝚎 𝚌𝚞𝚎𝚜𝚝𝚊 𝚖á𝚜 𝚛𝚎𝚜𝚙𝚒𝚛𝚊𝚛. 𝚃𝚘𝚍𝚊𝚜 𝚕𝚊𝚜 𝚗𝚘𝚌𝚑𝚎𝚜 𝚊𝚙𝚊𝚛𝚝𝚘 𝚕𝚊 𝚖𝚒𝚛𝚊𝚍𝚊 𝚍𝚎 𝚕𝚊 𝚛𝚎𝚝𝚘𝚛𝚌𝚒𝚍𝚊 𝚛𝚎𝚊𝚕𝚒𝚍𝚊𝚍. 𝙻𝚊 𝚌𝚊𝚓𝚊 𝚍𝚎 𝚖ú𝚜𝚒𝚌𝚊 𝚍𝚎 𝚕𝚊 𝚝𝚛𝚊𝚐𝚎𝚍𝚒𝚊 𝚑𝚊𝚌𝚎 𝚎𝚌𝚘, 𝚙e...