Los días transcurren, al igual que las semanas y el luminoso me hace saber de una nueva mañana sin despertar junto a ti.
Aún recuerdo nuestro último baile; cómo nuestros dedos se cruzaron y te enseñé a bailar, cómo tu mirada contemplaba mi colosal sonrisa mientras nos movíamos al ritmo lento de nuestra canción. Aún escucho tu avergonzada risa y me provoca un sentimiento imposible de explicar.
El volumen de la música asciende y pienso que no podré con esto sin dejar caer una lágrima, hasta que me derrumbo y se hace verídico.