Capitulo: 11

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No aguantaba los pies, los zapatos me estaban matando, no estaba acostumbrada a estar tantas hora de pie. Había encontrado trabajo en un restaurante de mariscos tenia que trabajar de ocho a ocho. Me pagaban bien, lo suficiente para rentar un pequeño cuarto para dormir y comprar comida.

La dueña era una señora que no se paraba en su negocio para nada, y mandaba a su nieto para cobrar y supervisara que todo estuviera en orden, el no le hablaba a nadie mas que no fuera Mirna, la gerente, quien cuadraba el hombro y adoptaba una expresión seria cada vez que el llegaba, todo e mundo parecía temerla, seguro era uno de esos jefes tiranos que tiran la taza de café al suelo limpio para humillar te.

No lo había visto demasiadas veces, y no reparo mi existencia ni la de los demás las ocasiones  en las que fue, pero se le veía en el rostro, y los comentarios de los empleados no le ayudaban. Unos decían que la señora había sido igual en sus mejores años y otros aseguraban que era muy dulce y que no entendían como alguien como ella podía convivir con alguien tan nefasto como el.

Todo eso me lo contó Mirna, una noche, mientras yo limpiaba el comedor vació y ella miraba derrotada al piso, estaba exhausta y el nieto de la señora le había gritado mas temprano, por no contar con una servilleta extra. Los dos habíamos terminado riendo por lo absurdo que había sido ese regaño.

-Es como si buscara cualquier cosa, por o mas mínima que sea, para molestarse -dijo- No esta contento con nada, y nunca es suficiente.

Mirna era muy agradable, lo empleados disfrutaban los turnos con ella. Desde esa noche ella se sentó en el mismo lugar para conversar, supuse que se sentía sola, y a mi me venia muy bien charlar con alguien para no volverme loco.

ella había sido tan sincera que termine abriendo las puertas, yo también le conté mis problemas. Aunque suene absurdo, escuchar que alguien mas se sentía como yo me daba cierto alivia, me ayudo a sentirme mejor. Me vi reflejado en Mirna, yo era un chico lleno de sueños, que anhelaba terminar sus estudios para luchar por una vida mejor. Tal vez había estado equivocado todo ese tiempo y la felicidad no se encantaba detrás de lo que prometía un titulo universitario, quizá no se trataba de esconderse de la lluvia, sino de bailar durante la tormenta.

Mi vida estaba lejos de ser perfecta, tenia un trabajo que cualquiera podría calificar como mierda y vivía en un cuarto de hotel que olía a humedad y a los borrachos del pisa de arriba no me dejaban dormir, pero jamas me había sentido tan libre.

-Te ves cansado -soltó Mirna cuando fue a sentarse en el lugar que solía ocupar durante nuestras platicas después del trabajo.

-Lo estoy, estos días han sido difíciles.

 Nos quedamos en silencia, seguir jalando el agua con jabón que estaba regada en el suelo, luego tendría que trapear y acomodar los tapetes, y podría irme.

-¿El sigue visitando te? -Pregunto.

Lance un suspiro que le respondía la cuestión. Mi padre había aparecido como por arte de magia, no sabia como me había encontrado si no le había dicho a nadie, pero el dio conmigo de alguna manera. Un día, como volví al hotel, el estaba afuera esperándome, dispuesto a hablar, como si de verdad estuviera preocupado, como si de verdad le interesara mi bienestar, como si no me hubiera estado ignorando durante todos esos años por jugar a la familia con otras personas. ¿Como se atrevía a volver justo cuando no lo quería cerca? ¿Por que regresaba si estaba haciendo lo mismo que el había hecho? No quería que me encontraran, quería empezar de nuevo.

Todos los días, cuando volvía del trabajo, su camioneta estaba afuera. Las primeras veces intento hablarme, pero ni siquiera le dirigí una mirada, luego dejo de intentarlo, sin embargo, se quedaba ahí como si yo fuera a cambiar de opinión. Era una basura, el me había abandonado, y cuando abandonas algo no debes volver.

Me encogí de hombros.

-Tarde o temprano se cansara y se largara, eso es lo que el hace.

-¿Y si hablas con el?

-¿Tu hablarías con tu madre? -pregunte, a la defensiva.

Mi voz se escucho mas dura de lo que quería. Me percate de que le había afectado, pero ya era demasiado tarde como para disculparme por la intromisión. me quedo en silencio, creí que no me respondería, pero lo hizo;

-Si, me gustaría preguntarle por que. -Fue su turno de suspirar, acto seguido se puso de pie y se acerco a mi dando pasos cortos-. Ve a descansar, me haré cargo.

Me le quede mirando.

-Necesito distraer me y recordar el porque sigo aquí -explico.

Sus palabras me dolieron, pues estaba seguro de que le dolían. A sentí y le di e jalado de agua, luego me limpie las manos en el delantal y fui a la parte trasera del restaurante para recoger mis cosas. Salí por a puerta de atrás después de despedirme de un empleado que estaba lavando los platos.

El aire de la noche me pego en el rostro, se sintió bien. No obstante, la sensación me duro poco, al alzar a vista me encanto con la camioneta de mi padre. Me acerque a la acera para coger un taxi, así como había estado haciendo los últimos días. Esta vez fue distinto, pues la puerta del copiloto se abrió y salio alguien que me heló as venas y las calentó al mismo tiempo.

Me detuve de golpe y me quede estático. con mi mente en blanco.

Juni.

© Cuando te sueño.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora