Fue en ese momento cuando se escuchó un ruido en la habitación que se ha encontrado cerrada desde que la abuela falleció ahí dentro inexplicablemente a las tres de la mañana. Voltee a ver el reloj antiguo, ese que marca campanadas fuertes cada vez que comienza una hora y termina otra.
Las campanadas comenzaron, tres seguidas y todo quedó oscuro y en silencio, incluso el ruido -que había permanecido continuo hasta ahorita- desapareció. Intenté moverme pero las piernas no me respondieron como hubiese querido, caí al suelo y recordé el rostro sin vida de la abuela.
Poco antes de que muriera había empeorado su enfermedad al corazón, fue por eso que el doctor dijo que la causa de su muerte había sido su enfermedad. "Después de un ataque al corazón su vida terminó" eso dijeron en el funeral. Yo sé muy bien qué fue lo que causó su ataque, y no fue puramente su enfermedad.
Esa habitación me causa escalofríos y no porque la abuela haya muerto ahí, sino por lo que ahí la mató.
Con mucho esfuerzo intenté pararme, pero no lo logré, así que, arrastrándome por el suelo alcancé a llegar hasta la puerta de la habitación, a mi mente vino el recuerdo de aquellos hombres fuertes que trajeron para que la cerraran y tapiaran por si a la abuela se le daba aparecerse por ahí, si tan sólo supiesen que ahí ya había algo desde antes.
Me recargué sobre aquella entrada bloqueada para descansar y esta se abrió con mi peso. La que antes había sido cerrada con una pesada cadena y con ventana bloqueada se abrió de un solo empujón.
Adentro de la habitación pude ponerme de pie y tras de mí la puerta se cerró de inmediato, al escuchar el estruendo de esta cerrándose voltee en busca de alguien o "algo" y volví a caer al suelo al ver que las cadenas seguían en su lugar, igual que cuando las colocaron por dentro y después ya fuera de la casa tapizaron de bloques la ventana.
Sentí algo detrás de mi que esperaba que volteara.
Nunca pensé que moriría por un ataque al corazón.
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Cuentos cortos
RandomHay veces en las que algunas historias se te escapan de la manos y es entonces cuando comienzan a tomar vida hasta dejar de ser tuyas y convertirse en pequeñas realidades.