Fase 1. Día

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Estaba sola.

Sentada en el sofá Elsa mantenía la mirada fija en el televisor, era la sexta vez que veía como Dora y Botas intentaban entregarle a Santa Claus un regalo para agradecerle su trabajo, de vez en cuando llevaba a su boca aquel sándwich rancio y reseco que había comprado en la primera gasolinera que había encontrado cuando volvía a casa, en realidad no tenía por qué haber salido, no lo necesitaba... y no lo quería, pero su terapeuta decía que era necesario.

Su boca estaba seca y su cuerpo temblaba, aquella sería la primera navidad que pasaría completamente sola...

Se sentía estúpida. Era estúpida.

Iba a pasar la navidad sola, y no estaba haciendo nada para cambiarlo, y no lo hacía porque era su culpa. Todo era su culpa, todo lo que había pasado ella lo había provocado y el dolor no la dejaba en paz.

Un pequeño bulto enredado en mantas rosas lloraba con fuerza, sus pequeños pulmones se contraían al igual que sus manitas, se abrían y se cerraban de manera constante al ritmo de sus berridos proclamando la atención de sus padres, su rostro antes ...

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Un pequeño bulto enredado en mantas rosas lloraba con fuerza, sus pequeños pulmones se contraían al igual que sus manitas, se abrían y se cerraban de manera constante al ritmo de sus berridos proclamando la atención de sus padres, su rostro antes blanco, estaba rojo del esfuerzo que necesitaba para seguir llorando, su estomago rugía sonoramente y eso sólo hacía que su llanto aumentase.

— ¡Elsa! ¡La niña está llorando!

La voz de aquel hombre se perdió entre el sonido de trastes chocando entre sí, Elsa preparaba atentamente la cena navideña, le ponía empeño y dedicación, la cena debía ser perfecta, era la primera navidad que en que ambas familias estrían juntas, estaba tan concentrada que no escuchaba nada más que sus propios pensamientos: llegarán pronto. Pronto estarán aquí. Todo debe salir bien.

– ¡Elsa!—volvió a gritar Jackson intentando anudarse la corbata.

El llanto de la pequeña iba en aumento al igual que la tonalidad del rojo de su rostro, parecía un copo de nieve, tan frágil y delicado, sin malicia alguna, esperando que su madre la alimentara.

Elsa terminó de limpiar los pocos trastes sucios que quedaban en la cocina, iba a disponerse a terminar de preparar la cena cuando notó el llanto de su hija, inmediatamente dejó todo lo que había en la mesa y salió corriendo al pequeño cuarto designado para la niña en la planta baja.

Al estar cerca de la puerta sólo trotó hacia la cuna y tomó a la niña en brazos para que se tranquilizara, la arrulló contra su pecho, poco a poco el llanto comenzó a descender, sin embargo los sollozos eran aún audibles.

—Tranquila Elle— susurró de manera suave—, mamá está aquí.

Caminó con delicadeza hacia el buró más cercano, en este guardaba los biberones preparados de la niña, sabía que no era correcto y quizá hasta antihigiénico, pero era la única solución si no quería atrasarse con las tareas domésticas, tomó un biberón, lo destapó y lo colocó en la boca de Elle, ella lo recibió agradecida.

Volver a empezar | CLJelsa3Where stories live. Discover now