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He decidido que no vale la pena el seguir intentando que me prestes la mínima atención. Es un gasto de tiempo, y al final lo único que logro es herirme aún más.

Siempre que intento arreglar las cosas terminas gritando, diciendo que eso es algo que no me concierne, y cuando saco de tema de mamá es aún peor.

Gritas, y en la mayoría de las ocasiones me terminas golpeando como siempre.

Una vez dijiste que sería mejor si estuvieras muerto, pero yo nunca te he desiado la muerte. Te odio, si. Pero jamás te he deseado la muerte, a nadie se la desearía.

No te voy a mentir, me dolió que llegaras ebrio el día de mi graduación, además de que no te dignaste a hacer acto de presencia cuando llamaron mi nombre. A pesar de todo jamás te desearía la muerte.

Para: PapáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora