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Erick siente una carga inmensa sobre sus hombros.

No debería sentirse asi, estando parado en el altar mientras mira al que supuestamente es el amor de su vida ¿no?

Pero su instinto de libertad es mucho más fuerte que él.

Mira a todos lados, ni siquiera le presta atención a la voz del padre. Todos están sonriendo menos él.

No le agrada esa situación. Tiene un pequeño ramo entre sus manos y lo único que se le ocurre hacer con el es ponérselo en el pecho a su futuro ex novio. Ya ha mentido bastante, más daño no hará la diferencia.

- Lo siento Zabdiel, no puedo hacerme esto.

No supo como describir la alegría que sintió mientras corría para salir de la iglesia. Todo era hermoso hasta que oyó un grito.

- ¡Tú no me vas a hacer esto! -Lo último que vió  fue a Zabdiel corriendo atrás suyo. Sus piernas parecieron manejarse solas y lo agradeció mucho porque corrieron lo más rápido que se les hizo posible.

Estar con traje no ayudaba pero no le importaba algo más que ser libre.

Llegó a una plazuela que para sorpresa y mala suerte suya, estaba desolada. Solo estaban dos jóvenes charlando en unas bancas; corrió hacia ellos. Los chicos lo notaron y lo miraron extrañado. Tal vez por el traje o por su radiante sonrisa.

- Oigan, ¿Me podrían ayudar? -Les preguntó entre jadeos por la falta de aire a pesar de que tenia grandes pulmones.

Ambos chicos asintieron poniéndose de pie.

- En unos segundos vendrán  persiguiendome una muchedumbre enternada y en vestidos. Ayúdenme distrayendolos, guiandolos por otro lado, no se pero distraiganlos por favor.

- ¿Te ibas a casar? -Preguntó el chico castaño con lentes mirando para dónde había señalado Erick.

- Si, mala decisión, me arrepentí a ultimo minuto.

- ¡Eso sí que es ganster loco! -Felicitó el chico moreno empujando ligeramente a Erick. -Ahora vete hermano, vive tu vida.

Erick les sonrió agradecido sacándose la chaqueta y la corbata quedando únicamente en camisa y pantalones. Les tiro su ropa y corrió de nuevo.

Ambos jóvenes no dejaron que la muchedumbre pasara, los guiaron por otros caminos.
Excepto a Zabdiel, quien llamo la atención del castaño llamado Christopher.

Erick sonrió, pero sus piernas flaquearon unos segundos antes de ceder y caer al suelo. Justo frente a un taxi.

El conductor se bajó atemorizado al ver desvanecerse al chico.

Lo tomó entre sus brazos y lo sentó en el asiento de copiloto de su auto.

- ¿Está bien? ¿Le duele algo?

Erick reaccionó y su sonrisa volvió.

- ¿A dónde me puedes llevar por cien dolares?

Joel frunció el ceño al ver a Erick cerrar la  puerta y hacerle señas para que suba.

Joel rodeo el auto y subió, muy confundido.

- Lo puedo llevar al puerto por cien dólares.

Erick sonrío más y dejo pasmado al conductor quien se sonrojo y giró su mirada hacia la pista, pues los ojos de Erick se habían iluminado de una manera embriagadora.

- Pues ¡Andando!

Erick se coloco el cinturón de seguridad y golpeó suavemente la guantera. Giró su cabeza para mirar por la ventana y rápido se giro hacia Joel alarmado.

No dije que si  [O.S.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora