Cinismo. > Ashton Irwin.

uno. Ash

        i. ASH

        El agua golpeaba mi cuerpo como furiosas agujas tratando de alejar el cansancio de mi ser, traté de mojar mi rostro y despertar, estaba consciente de lo tarde que era y no podía evitar preocuparme un poco. 

Entre a mi reacámara y comencé a buscar qué ponerme entre las pilas de ropa sucia que rodeaban mi cama, olía las playeras una a una , lanzando a la cama las que menos olían a cadaver en reciente descomposición, después de lanzar unos tenis y escuchar un escandaloso "auch" proveniente de mi cama, recorde que tenía visita.

"Podrías dejar de lanzarme cosas cariño?" Una pelirroja cuyo nombre no recordaba en ese momento me lanzó su mejor ensayada mirada de <teodiomaldito> . "Oh" fue lo primero que salió de mis labios, la miré mientras jalaba las sábanas para cubrir su pequeño y desnudo cuerpo. 

"amm..." la miré entrecerrando los ojos, tratando desesperadamente de recordar su nombre. Recordaba lo bien que se había movido la noche anterior y la verdad no me gustaría quedar en malos términos con ella, no le negaría una segunda visita. Me reí nerviosamente y me giré dandole la espalda para pasar sobre mi cabeza la playera que olía a rancio. "Espera cariño, no me digas.." La escuché bufar y giré solo para verla levantarse y juntar toda su ropa mucho más rápido que lo que le llevó quitarsela anoche, "bebé, bebé no te enfades.." la sujeté por detrás  "Es solo que, acabo de despertar y suelo ser muy.." 

Ella estaba furiosa y me causaba gracia ver los mil colores que pasaban por su rostro mientras buscaba un insulto lo suficientemente fuerte para herirme, mientras echaba chispas por los ojos, 

"¿Sabes qué Ash? JODETE" me gritó en la cara antes de empujarme con todas sus (pocas) fuerzas "Pensé que teníamos algo!" me dijo mientras aguantaba las lágrimas. "y me llamo Mariana, imbécil" 

"Mariana, claro, Marianita hermosa.. sólo tengo una pregunta .. " ella me miró con una mano sobre el pomo de la puerta, lista para salir. "Qué, te hizo pensar que teníamos algo? " su rostro se puso rojo y la escuché ahogarse con un sollozo antes de que me mostrara el dedo medio y saliera hecha una furia de mi recámara , azotando todas las puertas con las que se topó. 

Me senté en mi cama mientras la risa me dejaba sin aliento.