En el buzón de la casa. El cartero peleaba por lograr que la carta entrara por la acaparada caja de buzón. No quería permanecer el tiempo suficiente como para darles la cara a esos locos. No otra vez.
Estaba seguro que si lo volvían a invitar a pasar, no podría tener un mañana donde entregar cartas.
Cuando al fin pudo mantenerla dentro, se elevó lentamente, no tenia que atraer la atención de ese viejo zorro. Pero se paro en seco al notar una mirada desde la entrada de la casa.
-Hola señora Lobina¿Es-este, cuanto tiempo lleva ahí?- apenas articulo palabras y sudor frío bajo por su espalda.
La loba lo miraba moviendo la nariz, relamiendose el hocico de pelaje gris. Avanzó lentamente, deslizando su vestido pardo.
-Lo suficiente para saber que no tienes prisa, sino, ya te hubieras ido cartero.-
¡Eso era mentira! Después de todo si se trataba de huir, solo lo volvía peor. No escapaban de cualquier modo.
-Bueno, yo no quería molestarla a usted o a su distinguido esposo, con la mundana y asquerosa correspondencia señora.- hablo mas que nada, en forma de respetuosa, como si eso le ayudara a explicarlo todo.
-Bueno, ya que estas aquí¿no le gustaría pasar a tomar una tacita de café?-
-¿No seria mucha molestia? Lo digo por el señor zorro.-
-¡Que va! Pase usted carterito.-dijo el señor zorro por detrás, a solo un paso de distancia.
No pudo evitar dar un salto seguido de un grito, lanzando las cartas al aire.
El zorro sonrió cruelmente, como si no fuera la primera ves que lo hacia, y no lo era. Vestía elegante; con un pantalón de tela y un saco, ambos de color ámbar como sus ojos.
-¿Ustedes tienen maña con los sustos no?- dijo cuando tomo control de su respiración, tenia que serenarse.
-El café es buenísimo para el susto, si quiere pase y yo...- la loba fue interrumpida por un ademán del cartero, señalando un ''no, gracias".
-No se preocupen, tengo que entregar la correspondencia a si que adiós.-
-Y se ira sin la correspondencia ¡Pero que cartero hace eso!- dijo el señor zorro con las cartas en mano y una sonrisa en el rostro.
El cartero titubeo, pero se acerco lentamente.-Gracias se-señor zorro.-
El zorro lanzo la mochila con las cartas hacia adentro de la casa, mostrando un mal disimulado acto inocente.
-¡Oops! Disculpe mi torpeza, sera mejor que pase por ella señor.-
-¡O por Judas!- choco su mano con su cara, estaba harto. Entro por voluntad propia hacia la casa seguido por la señora Lobina y el señor zorro, ambos riendo ansiosos.
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Dentro de la casa la chimenea ardía con lentitud cerca de dos sillones, las paredes de color roble oscuro brillaban por la luz del fuego.
Una alfombra de piel de oso decoraba el suelo de madera labrada. Un olor a pino golpeaba el pasillo de entrada.
El carterillo busco su bolso en piso pero fue empujado bruscamente por la señora Lobina, asta un sillón de la sala.
-Quédese aquí en lo que traigo dulces.- Dijo rudamente.
-¡Por favor! No tengo tiempo para esto, me tengo que ir.- se disponía a levantarse cuando lo detuvo una mirada matadora a su lado.
-No le recomiendo eso, mi esposa suele gustar de comida rápida carterillo.-lo miro con tranquilidad mientras leía el periodico.
El cartero voltio a ver a la cocina, estaba limpia, ignorando una que otra mancha roja en el suelo; estaba limpia.
Se le erizo la piel al ver la loba.-Ya volví señores, espero y coman un poco de esto.- hablo la loba dulcemente mientras ponía una charola de plata sobre la mesilla; contenía galletas, chocolates y uno que otro dedo.
-Tu si sabes consentir lobita.-dijo el cartero con un poco de mareos al pasar su mano sobre un chocolate, rozando un dedo.
El zorro gruño en lo que la loba se ponía risueña.
-Estoy de acurdo con el muchacho, cariño.- dijo el viejo zorro mientras comia un meñique.
La loba se paro dirigiéndose al cartero, sentándose en su rregaso en lo que el zorro se atragantaba.
El chico sentía como la loba lo miraba deseosa, como si fuera un animal indefenso del que no sabia si comer o no.
-¿Segura que si aquí el zorro no es otro?- los miro apoyando el nudillo del puño en su cara.
-¿Que me quieres decir?-dijo la loba indolente. El cartero comenzaba a molestarse de entre tantos juegos.
El zorro la señalo junto al muchacho en lo que rodaba los ojos.
-Siempre lo mismo, juegas con la comida y me alborotas en el proceso, se que eres quisquillosa pero debes controlarte.-El cartero intento levantarse pero no lo logro con el peso de la robusta loba, solo quería salir con o sin cartas.-No tendría por que ser así si de vez de en cuándo me hicieras caso.- Sollozos cien por ciento fingidos salían de la loba.
Aprovecho para escapar en lo que ambos discutían. Estaba tan cerca de la puerta, solo tenia que ser mas rápido.
-Se va así señor.- oyó decir la loba. Le temblaron las piernas y temió voltearse. -Tan siquiera despidase.-
El zorro lo tomo por hombros y le dio un abrazo que no pensaba corresponder. La loba se acerco y le dio un beso en ambas mejillas acto seguido lo voltearon y sacaron con una patada.
Salio por la puerta que cerraron a su espalda sin devolver las cartas. No importaba, solo quería salir de ahí.
Se paro en seco, le faltaba algo: La billetera.
Se voltio, fulminado con la mirada a la desagradable pareja que lo observaban sonriendo inocentes en ventana.
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Uff ... Espero les gustara.
Termine finalmente(Cae rendido a la camita)Gracias x leer
Ozcar:3
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Acuarela's: MicroHistorias Ilustradas
FantasyHay una línea imaginaria, la cual en veces, se marca con trazos muy deformes e irreconocibles en las cabezas de las personas, como parásitos. O por lo menos, ese es mi caso. Mi listón azul, a veces ancho, a veces delgado, es el que entrelaza las his...