Capítulo 8: Juego de dos.

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Dipper.

Estoy rodeado de hermosa literatura, un lugar silencioso donde puedes tener paz y si te la interrumpen eres sacado casi a patadas. Este es mi segundo hogar, santuario y mi lugar feliz. Amo la biblioteca. Estoy buscando libros científicos, quiero prepararme para la universidad, ya que esta está a la vuelta de la esquina. Cuando encuentro el libro que estoy buscando veo a Bill mirando la estantería.

―¿Qué haces aquí? ―Pregunto―. ¿Buscas un libro con las vocales? Te puedo enseñar uno muy bueno. A ver si dejas de ser tan idiota.

―¡Ey! Para tu información aprobé el jardín de niños. Y no, no estoy buscando un libro infantil, sino uno de física avanzada.

Frunzo el ceño. No dejare que este idiota con cara bonita use este precioso material para hacer sus estupideces.

―Deberías dar la vuelta, allí encontraras lo que quieres.

―Buen intento, Pino. Pero yo sé que los libros científicos están por aquí. ¿Dónde? No recuerdo, pero si es por aquí.

―Mejor vete a masturbar con tu muñeca inflable. Este lugar no está hecho para idiotas.

―Pero este idiota tiene tres medallas en atletismo.

Ruego los ojos y me doy vuelta para ir por mi libro. Lo estoy sacando de la estantería y, de repente, una mano lo empuja hacia adentro. Levanto la cabeza y encuentro el rostro de Bill. Debo decirlo, el idiota no es mi tipo ideal, pero tiene su encanto.

―¿Qué quieres, Cipher?

―¿Por qué me odias tanto?

―Tengo mis razones ―bajo mi cabeza y tomo el libro buscando sacarlo, pero la mano de Bill me lo impide―. ¿Te importa?

―Claro que no ―saca el libro y lo levanta―. Quiero este libro.

―Yo lo vi primero ―frunzo el ceño.

―Deberías fruncir menos el ceño ―me toca la nariz con una sonrisa burlona―, o te saldrán arrugas en esa hermosa carita.

Me sonrojo y sin pensar mucho me lanzo contra Bill para tomar el libro. No obstante, su altura es un problema para mí. Todo mi esfuerzo es en vano. Termino suspirando.

―¿Cuál es tu objetivo? ―pregunto, cruzando los brazos.

―Saber por qué me odias tanto. Nunca te hice nada.

―Te recuerdo lo que hicieron el día de la presentación del consejo. No pude quitarme esa maldita miel.

―Aaah. Que día más bello ―dijo con una sonrisa―. Te veías sexy cubierto de miel.

―Y tú te verías mejor cubierto de estiércol.

―No gracias, a mi papá le cuesta mucho lavarme la ropa.

Escuchando lo que dijo la rabia se apodera de mí y decido darme vuelta. Camino hacia la puerta y salgo. Este juego lo pueden jugar dos. Me surge una idea para devolverle su maldita broma y sé quiénes me van a ayudar.

Reuní a Marco y Will en un salón vacío en el cuarto piso. Nos sentamos en el suelo y les propuse mi idea.

―Suena bien, pero le faltan detalles. Tiene que ser una humillación legendaria, algo que nunca se olvide.

―¡Ya sé! ―gritó Will, entusiasmado.

⁘♥⁘

Bill.

Beast, Tom y yo entramos a la piscina de la escuela. Todo estaba apagado y apenas se podía ver. Saco el celular y enciendo la linterna.

―¿Seguro que es aquí? ―pregunta Tom.

―Seguro ―respondo, mientras camino al vestidor de hombres―. Escuche perfectamente lo que dijo Will.

―¿Por qué estamos aquí? Andaba haciendo el sin respeto con el Pnomo.

Cierto, aun no se lo explico al venado.

―Veras mi querido Beats ―digo al estilo Sherlock Holmes―, escuche a mi hermano y a Pino hablando un secreto en el casillero 12B en las duchas de los hombres y no me lo pienso perder.

―¿Qué secreto?

―Eso es lo que hay que averiguar.

―Espero y no me estén mintiendo.

―¿Por qué lo haría venado?

Entramos a las duchas y buscamos el casillero 12B. Con un sujeta papeles Tom abre la cerradura y yo abro el casillo. Cierro los ojos con fuerza al recibir un pastelazo en todo mi sexy rostro. Escucho risas y abro los ojos mirando al final de las estanterías. Apunto con la linterna y me encuentro a Pino, Will y el Pnomo riéndose hasta orinarse. Cierro el casillero, y de pronto, un sutil aroma inunda mi nariz haciéndome bostezar e ir perdiendo el conocimiento.

Dipper.

Este plan no podía salir mejor.

―Eres todo un experto en Química, mira que hacer una bomba de somníferos a sido lo mejor que has hecho en la vida.

Will se sonroja y agradece.

Tomamos a los tres y les quitamos la ropa, incluso los calzoncillos. Trago saliva al ver el monstruo que tiene Bill. Trato de no verlo y lo arrastro por toda la escuela hasta llegar la asta que sostiene la bandera. Los amarramos y saubimos tirando de la cuerda.

―Es una excelente broma. Ya quiero ver sus caras mañana ―dice Wirt emocionado.

Ahora si estamos parejos.

Al amanecer, todos los estudiantes estaban carcajeándose, mientras que los tres idiotas intentaban liberarse. Bill gritaba mi nombre furioso, eso es música para mis oídos. De pronto, veo a Tayron y él me mira de forma desaprobatoria. Bueno, me espera un buen regaño.

Y aun así no me arrepiento de lo que hice.

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