parte dos.

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Minghao colocó las llaves en la cerradura de la puerta del departamento que compartía junto al tarado que llevaba a cuestas, la abrió de una patada y llevó a su acompañante casi arrastrándolo hasta su habitación.

Él no era de mucha ayuda precisamente, era casi lo mismo cargar a alguien desmayado, aunque Soonyoung no estaba muy lejos de eso.

-¿Cuánto tomaste? Sabes que no soportas más de dos vasos.

-No estoy seguro- Murmuró bajito-. Pero de lo que sí estoy seguro, es de que estoy viendo a un ángel.

-Eres un estúpido ¿Sabías?- Ya habían llegado al cuarto que compartían, lo llevó a hasta su cama y se aseguró de taparlo bien para que no pasara frío-. Bueno ya está, que descanses, mañana te ayudo a tomar una ducha.

Soonyoung debía tomar una ducha al día siguiente porque le iba a ayudar con la resaca. Ya había pasado otras veces esa situación; alguno de los dos llegaba borracho y el otro lo ayudaba a ducharse cuándo se despertara para que no corriera el riesgo de caerse en la bañera.

-¿Estúpido yo? ¿Quién es el que se acuesta con chicas todos los fines de semana en nuestra casa? ¿Sabiendo que lo único que quiero es descansar, sabiendo que tengo que buscar otro lado para pasar la noche porque tú eres un jodido muchacho hormonal? ¡Sabiendo que yo estoy enamorado de tí desde hace cinco años!- Soltó lo último con algo de rabia.

Minghao lo miró atontado.

¿Qué era lo que había dicho?

Seguramente era todo producto del alcohol.

-¿Qué? Mira, ya estás diciendo tonterías por culpa del alcohol, mejor vete a dormir.

-¿Acaso nunca escuchaste eso de que los niños y los borrachos nunca mienten? Sí, me llamaste la atención desde que te ví presentándote a la clase cuándo tenías quince años y tu coreano no era para nada fluído. Pero cuándo comenzamos a conocernos, me convencí de que estaba complétamente enamorado de tí. De tus ojos, los cuáles siempre brillaban más que ninguna otra cosa, de tu sonrisa, de tu preciosa sonrisa que siempre alegraba hasta los peores de mis días. De tu personalidad y esa forma tan única de ser tuya, y claro que de tu físico, ¿Acaso te miraste en un espejo? Eres lo más hermoso que ví en mi vida.

El menor no hizo más que mirarlo atónito, ninguna de esas palabras podían ser ciertas, no podía corresponder a sus sentimientos. No después de toda la mierda que le había hecho.

-¿Lo dices en serio?- Susurró, pero lo dijo bastante alto cómo para que lo escuchase.

Él lo miró a los ojos, y sólo supo decir las siguientes palabras:

-Muy en serio.

Lo siguiente ocurrió en cámara lenta; sus miradas se conectaron, y ambos fueron acercándose mutuamente. La distancia entre sus labios dejó de existir, para poder unirse en un tierno beso.

Sus bocas se movían en un ritmo tranquilo, cómo si tuviesen todo el tiempo del mundo para besarse, y lo tenían. Luego, el beso fue subiendo de intensidad hasta que se convirtió en una batalla de lenguas en la cuál el castaño estaba resultando vencedor, aunque Minghao luchaba para tratar de tener el control de la situación.

Se separaron cuándo notaron que el aire comenzaba a faltar en sus pulmones, se tomaron un momento para mirarse a los ojos. No perdieron más tiempo y sus bocas se unieron una vez más.

Soonyoung tomó a Minghao de las caderas, lo levantó del suelo haciendo que enrollara las piernas en su cintura, y se apresuró llegar a la cama para depositarlo entre las mantas. Acto seguido, se colocó encima suyo para continuar besándolo con la misma intensidad que antes.

crush; soonhaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora